puerto chatarraaEl Puerto de Montevideo y su cementerio de buques olvidados

Avanza el retiro de 50 barcos abandonados en la bahía portuaria. Los cascos provocan contaminación visual y ambiental. Algunos han sido ocupados ilegalmente.Durante la época colonial, la postal de la bahía de Montevideo era la de un apacible bosque de mástiles.

Los reyes de España mantenían en la pequeña urbanización adyacente -que se circunscribía básicamente a lo que hoy es la Ciudad Vieja- un intimidante sistema defensivo de murallas y cañones, con el que protegían aquel fondeadero que rivalizaba con Buenos Aires y que aún hoy sigue siendo clave para la economía regional. Muchos de aquellos barcos de madera naufragaron en el puerto y prácticamente nada queda de ellos; pero los cascos de acero no desaparecen tan fácilmente con el correr del tiempo. Por eso, se han ido acumulando en la bahía, estropeando la postal que alguna vez fue hermosa y que las actuales autoridades portuarias están dispuestas a recuperar. No solo por un tema estético, sino también por seguridad y protección ambiental.

En los primeros años de este siglo, la terminal portuaria llegaba a albergar en el Muelle Florida y en las posiciones de amarre 10 y 11 unos 70 buques pesqueros, que utilizaban la terminal como base y realizaban estadías prolongadas en las que se llevaban a cabo tareas de mantenimiento post-zafra, cambios de tripulación y aliste para las futuras salidas a altamar.

En ocasiones y por disposición de los armadores (dueños de los buques y de flotas pesqueras), asociadas a temas de siniestros, baja rentabilidad, mal rendimiento u obsolescencia de determinados barcos, se resolvía abandonarlos y, en determinados casos, dejar de pagar los proventos portuarios.

A partir de estas situaciones, comenzaron a darse robos en los buques, que en ocasiones provocaban incendios de partes fundamentales para su operativa. De hecho, entre los años 2005 y 2006 se dieron una seguidilla de incidentes con focos ígneos en pesqueros de bandera extranjera, poniendo en peligro a personas y a la infraestructura de la Administración Nacional de Puertos (ANP).

“La limpieza no solamente atañe al puerto, aunque somos uno de los principales protagonistas, sino al departamento de Montevideo en su conjunto, que tiene este problema grave de los barcos abandonados. Nosotros asumimos el reto de enfrentarlo y en eso estamos trabajando”, declaró a Revista Domingo el presidente de la ANP, Juan Curbelo. El jerarca incluso comentó que se ha dado el caso de barcos que fueron tomados por ocupantes ilegales.

RIESGO Y DAÑO AMBIENTAL. Producto de la falta de interés o presupuesto de los armadores para reparar estos buques, muchos han quedado inutilizables. En vista de que estos cascos suponen un riesgo para trabajadores y otras embarcaciones, se dispuso el traslado al norte del Dique de Cintura para evitar nuevos incidentes, no afectar la operativa portuaria y liberar lugares comercializables. Las tripulaciones de esos barcos olvidados, integradas mayormente por trabajadores asiáticos con nacionalidad taiwanesa, filipina, coreana, vietnamita, china e indonesia, fueron repatriadas.

“La primera licitación fue de 24 barcos, de los cuales ya se retiraron y desguazaron 12. Entre ellos había tres que hacía muchos años que estaban en el Acceso Norte y que para nosotros era imperioso sacar. Continúan los trabajos y ya hicimos un pliego para licitar, en las próximas semanas, el retiro de otros 21. Con esto, el 100% de los buques abandonados van a desaparecer del puerto de Montevideo, con lo que ello significa desde el punto de vista ambiental, operativo y de seguridad”, anotó Curbelo.

Mientras los buques mantienen vínculo con una agencia, se le impone por ley contar con vigilancia propia. Y a nivel medioambiental también existen exigencias. La primera es vaciar los tanques de combustible, retirar las aguas negras, grises (procedentes de duchas y lavamanos), de sentina (líquidos aceitosos procedentes de pequeñas pérdidas en tuberías) y todo resto de hidrocarburos. Asimismo, existe la obligatoriedad de colocar barreras flotantes para prevención y control de derrames de sustancias tóxicas y peligrosas.

Una vez que las agencias logran formalizar su desvinculación, los barcos quedan abandonados y comienza una etapa compleja y extensa a nivel judicial. Por las dificultades en los procesos legales, hace algún tiempo se introdujeron cambios en la normativa, para agilizar los trámites y poder disponer el pasaje de esos bienes al Estado.

Pero en todo ese período, los barcos sufren un gran deterioro. Incluso los cambios en las mareas, temporales y distintas inclemencias climáticas provocan que rompan sus cabos y queden a la deriva, flotando con la corriente y terminando varados o encallados en otros sitios, como sucedió con los buques El Palenque, La Paloma, MS 11 y MS 15. También por actos de vandalismo o hurtos se han sucedido hundimientos y algunos cascos quedaron escorados en la zona de fondeo.

COMPROMISO DE LA ANP. Curbelo señala que en los últimos 30 años las sucesivas administraciones han evitado el problema; que, por cierto, tiene sus costos: unos US$ 4 millones se invirtieron en la primera licitación para retirar la mitad de los barcos varados o semi hundidos. “No es fácil el desguace de los buques, hay que tener autorizaciones ambientales, porque casi todos tienen líquidos. Pero esperamos cumplir con el compromiso que asumimos: si no limpiamos totalmente la bahía en este período, el tema lo vamos a dejar completamente encaminado. Lo importante es haber comenzado y que vamos a buen ritmo; la idea es que se culmine a fines del próximo año”, precisó.

El presidente de la ANP también destacó el cambio que ya está comenzando a ser visible en el puerto del país que más cruceros recibe al año. Los pecios (restos de buques naufragados) siempre han sido visibles tanto en la zona del Acceso Norte y Capurro (donde ya fueron retirados), dando una mala imagen de la terminal y su dique.

“Con el retiro de estos barcos se procura generar un impacto positivo en la relación puerto-ciudad, en la calidad del agua, eliminar la contaminación visual y mejorar la imagen de Uruguay como destino turístico. Y también se proyecta establecer una zona de fondeo para barcazas en el espacio que ocupan actualmente”, indicó Curbelo.

TONELADAS DE CHATARRA. En una primera etapa, entre 2020 y 2022, la empresa Movilex trasladó y desguazó cuatro embarcaciones abandonadas. Luego, Fewell S.A., integrante del Grupo Christophersen, continuó con la tarea: entre 2022 y marzo 2023 lleva retiradas otras nueve, totalizando 13 de las 24 incluidas en la primera licitación.

La tarea de remoción no es sencilla y depende de diversos factores, siendo el principal las condiciones climáticas.

En primer término, si la estructura lo permite, los barcos son adrizados (enderezados) para darles flotabilidad y así poder moverlos. En su defecto, se alivianan lo más posible y se desguazan en in situ mediante pontones y grúas. La tarea supone una gran complejidad: previo al corte de toda la estructura metálica se debe concretar la limpieza de los distintos restos del casco y retirar estructuras de madera, vidrio, plástico, poliuretano y otros materiales aislantes.

Varias reparticiones de la Administración Nacional de Puertos colaboran con este proyecto. Las áreas Jurídico-Notarial y de Operaciones y Servicios están estrechamente vinculadas, pero también participan el área Dragado con controles de la zona, profundidad y flotabilidad, y la Unidad Gestión de Medio Ambiente tomando los recaudos y monitoreando los procesos.

Los pesqueros abandonados tienen entre 45 y 60 metros de eslora (largo) y, en promedio, entre 450 y 500 toneladas de hierro. Curbelo explicó que en tres años se llevan retiradas más de 6.000 toneladas de material ferroso de la bahía, que luego es comercializado localmente o exportado. Incluso otros componentes que puedan tener valor son procesados en Uruguay y enviados posteriormente al extranjero.

UN LARGO PROCESO
Para que el Estado pueda disponer de las embarcaciones abandonadas es necesario atravesar un complejo proceso legal. El casco debe ser primero declarado en abandono por la Justicia para que el Estado (ANP en este caso) pueda disponer sobre su destino final.

Los trámites para realizar el desguace de un buque se realizan ante varias reparticiones estatales: la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama), Prefectura y la IMM, entre otros. Un capítulo importante en la etapa de recuperación es la gestión de la basura acumulada, lo que incluye todos los líquidos contaminantes.

Diario EL PAIS -Montevideo - URUGUAY -09 Abril 2023