“¿Qué va a empezar a comer el picudo rojo cuando no haya palmeras?”
“Si seguimos actuando como lo estamos haciendo jamás vamos a poder detener el avance” señala Inés Cadenazzi.Rhynchophorus ferrugineus o mejor conocido como el picudo rojo, es una de las principales plagas de palmeras a nivel mundial y que ingresó a Uruguay en 2022, detectándose por primera vez en el departamento de Canelones.
Actualmente está establecido, además, en los departamentos de Montevideo, Maldonado, Florida, Flores, San José, Colonia y Lavalleja. Pero su expansión territorial no es lo único preocupante, si bien su principal hospedante es Phoenix canariensis (palmera canaria), se ha encontrado atacando otras especies, incluyendo Butia odorata (Butiá) y Syagrus romanzoffiana (Pindó).
Cada vez más se ve en nuestro paisaje los efectos de esta plaga y en este contexto Diario La R dialogó con Inés Cadenazzi, la arquitecta y paisajista que se encuentra alzando la voz para que el tema tome relevancia. Es docente, está vinculada a la unidad Protección de Patrimonio de la Intendencia de Montevideo y es miembro del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos) asociado a la Unesco. “En lo que respecta a lo patrimonial, este tema me toca muy fuerte porque vemos una evolución de la reproducción y al ser una plaga un poco silenciosa, se empieza a ver su efecto cuando la palmera está muerta. Entonces, no solo afecta la calidad del paisaje al que nosotros estamos acostumbrados a vivir en todo el Uruguay, sino que representa otros riesgos”, expresó.
Haciendo memoria por la historia del paisajismo en Montevideo, informó que la palmera canaria se utilizó desde muy temprano en el ornato público, por “reproducirse fácilmente y ser muy bonita del punto de vista ornamental”. Con el paso del tiempo se fue incorporando en diferentes lugares y tramos del departamento. “En su momento, como el picudo rojo estaba invadiendo o comiendo estas palmeras, que son una especie exótica invasora, a nivel personal, considero que por esa condición no se le dio la importancia debida”, analizó. Sin embargo, recuerda que actualmente “no está comiendo solo la Phoenix canariensis, sino que está comiendo otras palmeras, como las nativas Pindó y Butiá y la exótica, pero no invasora, Washingtonia”.
Ante la degradación del paisaje, Cadenazzi plantea su preocupación por los valores patrimoniales, ecológicos y genéticos asociados que se están perdiendo, junto al “derecho de las personas a este valor del paisaje”, entendiendo así que “hace falta otro tipo de respuesta por parte del Gobierno”.
Riesgos que representa
Durante la entrevista, hizo hincapié en dos situaciones, una que se está dando y es el riesgo que representar esos estípites, que en su mayoría tienen más de 6 metros, y “están sostenidos por un sistema radicular vivo cuando la palmera está viva, pero cuando se muere, ese sistema es materia orgánica y empieza a descomponerse”, quedando así propensos a que factores climáticos los tire. Entonces, informa que “no alcanza con sacar lo de arriba”.
El otro riesgo, lo analiza desde su visión e interés paisajista, cuestionando así “¿qué van a empezar a comer cuando no hayan palmeras?” y responde “se van a adaptar como nos adaptamos nosotros por supervivencia y van a empezar así a alimentarse de otro tipo de árbol”. Cadenazzi reflexiona entonces que “es una pregunta que alguien la tendría que empezar a pensar”.
“La idea es controlar la plaga. Hay una carga muy importante que a su vez hace difícil la terapia. Entonces, hay que buscar difundir, hay que abocarse a la prevención y a salvar las palmeras que están sanas. Además, hay que organizar una forma de poder bajar todas las palmeras muertas que representan un riesgo a futuro y que siguen siendo focos de dispersión”, expresó.
Teniendo en cuenta los antecedentes y el conocimiento mundial que hay respecto a esta plaga, concluye que en nuestro país “no se le ha dado la importancia adecuada”. En ese sentido, expresó que la situación “debería ser tratada como una emergencia nacional” y “dar una respuesta integrada y coordinada que implique la prevención de las palmeras sanas y el tratamiento adecuado a las palmeras infectadas para que no se expanda la plaga”. En esa línea analiza que “si seguimos actuando como lo estamos haciendo jamás vamos a poder detener el avance del picudo y estamos hablando de detener esta multiplicación exponencial que tiene el animal, porque erradicarlo ya es impensable”.
Como respuesta posible, entiende que una opción es buscar financiamiento y recursos internacionales, como en el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura, para “organizar una campaña a nivel nacional que marque y guíe los esfuerzos, porque esto si no le damos un enfoque sistémico a nivel nacional y planificado no vamos a tener éxito”, quedando a la vista los resultados del trabajo desarticulado que se viene realizando hace tres años. Entonces, “hay que generar una presión pública y social para tratar de poner este tema en agenda, porque las autoridades ya saben la gravedad”.
Factores de la expansión
Cadenazzi explicó que de los factores que dan lugar al crecimiento exponencial del picudo rojo, dos están relacionados al clima, “estamos de alguna forma viendo un producto del cambio climático donde el verano se ha ido extendiendo y es un clima beneficioso para la plaga, hoy hay mayor temperatura que la media promedio que había en nuestro país hace 10 años. Por otra parte, el frío frena y hubieron muy pocas heladas en el 2024. Entonces, el calor del verano de 2023 y la falta de la 2024 generaron las condiciones para que tuviera un delta tiempo mucho mayor para desarrollarse”.
Los otros dos factores, están relacionados a las propias características de la plaga: “el picudo rojo no tiene enemigos naturales y a su vez, es gregario, o sea, que viven machos y hembras juntos. Entonces, en esa palmera donde conviven, machos y hembras copulan y empieza el ciclo de la vida, donde la hembra empieza a poner, por vez, entre 300 a 400 huevos, de los que eclosionan larvas, que se alimentan del tejido de la palmera. Este engorde que se da en la yema apical, es lo que realmente termina haciendo que la palmera se muera. Después pupan con fibras de la palmera y emergen nuevos individuos adultos. Este ciclo en temperatura adecuada, se da en tres o cuatro meses”.
Ante este proceso y teniendo en cuenta el tiempo que lleva instalado en Uruguay, analiza que ya se generaron tres ciclos y hay aproximadamente 6 millones de individuos, que buscan nuevos hospederos. “Entonces, primero hay que entender cómo es que se reproducen y después qué mata a la palmera y que la muerte es silenciosa”.
Este invierno es “clave”
Cadenazzi reflexiona que “el pueblo uruguayo cuando quiere aunar esfuerzos es muy solidario. Creo que ahora nos tenemos que organizar como pueblo y como sociedad para dar una respuesta y que el gobierno ponga el tema en agenda e ingrese a otros actores que están ahí y que ayudan en situaciones de emergencia, como las Fuerzas Armadas. Tengo fe en que si se enfoca el problema de forma integrada entre los públicos y privados, viendo cómo puede colaborar cada uno, se entiende como una situación de emergencia nacional y se empiezan a dar lineamientos de cómo trabajar todos juntos y dando señales claras, se empieza a generar una conciencia de que todos podemos ayudar y pasa a existir la posibilidad de frenarlo”.
Finalizando recordó que este invierno “es clave”, porque como informó, el picudo rojo “va a entrar a en latencia, provocando que permanezca más estacionado, siendo esta la oportunidad de lograr que no salga a buscar nuevos hospederos y de proteger a las palmeras sanas, recordando que hay muchas nativas que se pueden ver afectadas”.