vivero forestalLa historia del vivero forestal que arrancó en una pista de perros Cimarrón Uruguayo

Luis y Ana Laura dirigen un vivero forestal especializado en robles y nogales que tiene como kilómetro cero de la historia su vínculo en una pista del KCU.Luis López y Ana Laura Sastre, hoy al frente del vivero forestal Imperio Verde, se conocieron lejos del mundo de los árboles: fue en una pista de exposiciones del Kennel Club Uruguayo (KCU), cuando eran muy jóvenes y cada uno presentaba allí a sus perros Cimarrón Uruguayo.

Cuatro décadas después, con su familia constituida –son padres de Luis Ignacio y Nicole–, siguen teniendo en su casa y en su predio productivo varios ejemplares de la única raza canina autóctona en el país, pero no crían más profesionalmente, solo tienen perros –y de varias razas– porque aman a los animales.

Por eso mismo hoy donde viven y trabajan hay varios caballos, un burro y una vaca… todos como compañeros de vida de la familia.

Kilómetro cero: la cría de Cimarrón Uruguayo
Aquel criadero, llamado “Refugio de Cimarrones”, que fue creado en 1994 y fue un referente en la actividad de cinofilia en Uruguay, arrancó con la perra Mandíbula –“Esfinge de Betete” era su nombre de pedigree–, recordaron.

Más allá de los perros y otros animales, por lejos los seres vivos que más hay entorno al hogar de estos productores son del reino vegetal: en varios invernáculos y al aire libre crecen miles de robles y de nogales.
Luis y Ana Laura recordaron que en su vivero forestal inicialmente produjeron palmeras, para uso básicamente paisajístico, algo que por un tema de demanda del mercado dejaron de hacer hace algunos años.

Sí siguieron adelante y creciendo con otras dos especies que fueron incorporando, primero los robles y luego los nogales, siempre luego de dedicarle un buen tiempo a la investigación, de modo de llegar al mercado solo una vez que estuviera afianzada la producción.

“Todo esto comenzó como un vivero de escala familiar, algo chico, pero con el paso de los años nos fuimos especializando y hoy es una empresa forestal en la que producimos arriba de 15.000 nogales y arriba de 6.000 robles por año, abasteciendo a clientes en todo el país”, contaron.
Desde Carrasco Norte para todo el Uruguay
La primera producción de robles se logró en 2004 y la primera gran venta fue en 2013 al productor agropecuario Jorge Romero, para su establecimiento en Rivera: “Eso fue un disparador”.

Y la primera venta grande en nogales la concretaron en el año 2015, también a un cliente en Rivera.

“Las ventas crecieron mucho desde que adoptamos la estrategia del servicio completo: vamos a visitar al cliente, conocemos el lugar, hacemos un diseño y después vamos con una cuadrilla de trabajo e instalamos todo… es como entregar el monte llave en mano”, detallaron.

“Lo único que tiene que hacer el propietario es poner la tierra, nosotros nos ocupamos de todo el resto, de toda la gestión técnica y también, por supuesto, del seguimiento por toda la vida, porque la garantía escrita que damos nunca caduca y además la está dando un vivero oficial”, añadieron.

Como factores clave, señalaron, “hay que tener en cuenta que instalar un monte de estos capitaliza al predio, lo jerarquiza, es bueno para el medioambiente más allá del negocio y no altera el tema de los tributos que se pagan”.

Robles

El roble, explicaron, “es muy beneficioso para el silvopastoreo que tanto se promueve en estos tiempos, brinda sombra y abrigo a los animales, es un atractivo paisajístico y permite producir una madera de altísima calidad, producir bellotas para alimentación premium para animales y de trufas negras para alta gastronomía”.

Instalar una hectárea de robles cuesta US$ 4.000 con una densidad de 300 árboles en ese espacio, con todo incluido y no solo los árboles, por ejemplo el tema tutores, mallas anti liebres y otros.

Nogales

El nogal, detallaron, “también permite un silvopastoreo fabuloso por los pastizales que se generan debajo de esos árboles, está lo paisajístico, la madera es muy valorada aunque casi siempre se prefiere no cortar porque tiene alto valor el tema de la fruta, la nuez pecan, muy requerida en la alimentación sana de estos tiempos, un productor después del quinto o sexto año ya puede ir obteniendo una rentabilidad desde US$ 14.000 por hectárea”.

Instalar una hectárea de nogales cuesta US$ 4.500 con una densidad de 200 árboles en ese espacio, también con todo incluido.

Desde 10 árboles a plantar más de 40 hectáreas
En los campos, dijeron, cuando se va a conocer la zona y aconsejar al cliente, “tenemos muchas cosas en cuenta, por ejemplo utilizar los campos más drenados para los nogales y los más bajos o anegados para los robles”.

Un detalle clave es que cada año se planifica la producción de nuevos árboles con base en las reservas que se acuerdan, de modo de solo asegurar las entregas que se puedan cumplir.

Las plantaciones en los campos, para ambas especies, se hacen del 1° de abril a fines de octubre y los árboles se van cuando tienen al menos dos años y 70 centímetros, para ambas especies, eso como mínimo porque depende de varios factores, por ejemplo a veces el estado del tiempo los lleva a postergar un poco la instalación en el campo.

“Nos pasa mucho que los clientes quieren venir al vivero, conocer dónde trabajamos y nosotros con mucho gusto los recibimos”, mencionaron justo a pocos metros del área de producción, en la zona de Carrasco Norte, sobre camino Servando Gómez, a pocos metros del Carrasco Polo Club.

“El año pasado, por ejemplo, el 90% o algo más de las ventas fueron a clientes que tenían de una a tres hectáreas, pero hemos llegado a realizar plantaciones de más de 40 hectáreas y la capacidad anual es para plantar 100 hectáreas, con una venta mínima de 10 ejemplares”, señalaron.

La tendencia creciente de fraccionamiento de grandes campos, algo que sucede en todo el país, fue un disparador de la demanda por la instalación de montes en los predios.

“Hay gente que no puede ocuparse de tener animales, que quiere embellecer su chacra y capitalizar el lugar con un monte de nogales o robles, con una inversión inicial baja y un retorno importante y seguro, además es algo que se hace no pensando en uno, ni siquiera solo en hijos o nietros, son montes que al menos van a producir por 150 años, es un legado familiar, hay montes de robles con 500 años”, dijeron.

Una pasión
Ya sobre el cierre de la charla, admitieron que, sobre todo en el caso de Ana Laura, les pasa que les da un poco de tristeza cuando se va un lote de árboles: “Puede parecer raro, pero cuando se carga un camión me subo, les hablo y me despido… porque en definitiva no son animales, pero uno entrega seres vivos y en toda la etapa de producción hay cariño en lo que hacemos porque esto nos apasiona”, dijo ella.

“Después uno recibe fotos y videos de los clientes y ve a los árboles creciendo en el campo y la alegría es tremenda, porque son como hijos nuestros, eso nos reconforta más allá del negocio”, añadió él.

A modo de anécdota, finalmente, recordaron cómo fue que se aventuraron a producir nogales, luego de haber tenido éxito con las palmeras y los robles: “Un productor de Rocha nos compró robles dos años seguidos, fueron ventas importantes, y nos preguntó si podíamos venderle nogales, eso fue lo que nos motivó a investigar, probar y dedicarnos a eso… al final cuando estaba los árboles prontos él optó por no comprar, estaba dedicándose a otras actividades y nos vimos desafiados a salir al mercado a ofrecer la producción, nos fue bien con el marketing y seguimos adelante, tanto que el nogal hoy es el 80% del vivero”.

Diario EL OBSERVADOR -Montevideo - URUGUAY - 30 Diciembre 2025