El puerto y Agramante
Dr. Edison González Lapeyre
@|Nuestra principal terminal portuaria está al garete, porque, ha perdido el rumbo, está a la deriva y lo que es peor, en plena tempestad, como lo expresa en un excelente editorial Juan Martín Posadas titulado “Puerto en tormenta”. Lamentablemente, el tiempo ha confirmado lo que sostuvimos cuando tomamos conocimiento del contrato de 25 de febrero de 2021 con la empresa TCP Katoen Natie, al que le atribuí gruesos errores jurídicos y logísticos que iban a generar un campo de Agramante portuario.
Lo cierto es que el puerto está a la deriva por la incidencia de los conflictos laborales a lo que se agrega una ineficiente conducción de la operativa portuaria por personas que no tienen la capacitación para asumir esa responsabilidad y la de tomar las medidas conducentes para revertir la pérdida de las cargas paraguayas, el retorno de importantes empresas de transporte marítimo que resolvieron no operar más en el puerto de Montevideo, el lidiar con el retardo de cerca de tres años en las obras que debe llevar a cabo TCP- Katoen Natie, el evitar las demoras que experimentan los exportadores uruguayos por los paros y la ineficiencia portuaria que no sólo le han infligido una pérdida de cerca de 80 millones de dólares a los mismos, sino también, el riesgo de perder clientes importantes y podríamos seguir enumerando empresas y personas afectadas por esta inoperancia.
El Banco Mundial, en una encuesta del nivel de eficiencia que efectuó de 450 puertos del mundo, ubicó a nuestro país dentro de los últimos 50 y a partir de esa investigación las cosas han empeorado. Gráficamente, un dolorido operador portuario, comentando esta encuesta del Banco Mundial me dijo “Si el año pasado estábamos entre los últimos cincuenta, este año estamos como el carro del Chaná, “fuera de concurso”.
Pero efectuado el diagnóstico, corresponde la terapéutica y la pregunta que debemos formular es “¿si este estado de situación es reversible? Mi respuesta es categórica, no tengo dudas de que es posible revertirlo, pero no con el equipo que el gobierno del Presidente Orsi ha designado para asumir esa responsabilidad. Para lograr ese resultado se requieren especialistas y dirigentes políticos talentosos e independientes, con la capacidad de negociar y conciliar, pero además, con la autoridad necesaria de tomar las medidas coactivas para revertir ese estado de cosas si las soluciones conciliatorias no prosperan.
Cuando el Presidente Luis Alberto Lacalle Herrera asumió la primera magistratura del país, se encontró con un panorama portuario, aún más complicado que el que hemos descripto anteriormente y para resolverlo, recurrió, a uno de los hombres más talentosos del Partido Nacional, al Dr. Ignacio de Posadas Montero y éste consultó a tirios y troyanos, a especialistas y a operadores, al Centro de Navegación, a la Liga Marítima, a las empresas que operaban en nuestros puertos y a todos aquellos que, de una manera u otra, estábamos vinculados con esa actividad y así se aprobó la Ley de Puertos No. 16.246 de 8 de abril de 1992 que, en poco tiempo, permitió revertir la situación caótica que afectaba, particularmente, al puerto de Montevideo.
Ojalá que el Presidente Orsi, que manifestó estar preocupado por este escenario tan ominoso, se “ocupe”, personalmente, del mismo y adopte las medidas que conduzcan al puerto de Montevideo por el derrotero de desarrollo y eficiencia que siempre debió seguir.
