pueblo arevaloLa forestación como motor para un desarrollo genuino de las comunidades

El caso de Arévalo
 
“Arévalo nace con la forestación. Antes de eso la zona se conocía como Cuchilla del Carmen, un área rural dispersa dedicada principalmente a la ganadería, con escasos comercios en las cercanías y poco más”, señala Eduardo Lucas, ex alcalde de la localidad.

Hasta hace algunos años, Arévalo era un pequeño pueblo en el departamento de Cerro Largo, conocido por su tranquilidad y sus paisajes rurales. Pero también era un lugar donde las oportunidades eran escasas, especialmente para los jóvenes. Las familias veían cómo sus hijos debían abandonar el pueblo para buscar educación o empleo en otras localidades, dejando atrás sus raíces. Un puñado de comercios y
alguna escuela rural subsistían frente al reducido dinamismo local.

Sin embargo, algo comenzó a cambiar. La llegada de la industria forestal no solo transformó el paisaje del lugar, sino también el destino de su gente. “Sobre fines de la década del 90, de a poco algunos grupos de productores comenzaron a forestar y, en momentos en los que no se conocía a quiénes estaban comprando campos, vino UPM y se instaló en la zona, lo que generó un cambio importante en el relacionamiento con la comunidad”, recuerda el ex alcalde.

Con la instalación de empresas forestales, llegaron empleos, inversión y un renovado aire de esperanza. Las calles comenzaron a llenarse de movimiento, nuevas familias se asentaron en el pueblo y la demanda de servicios creció rápidamente. En respuesta, se construyeron viviendas, se abrieron comercios y se fortalecieron los servicios básicos. Pero uno de los cambios más significativos fue la ampliación de la oferta educativa. Donde antes solo se podía estudiar hasta tercer año de liceo, ahora hay un bachillerato técnico y una UTU que ofrece diferentes especializaciones vinculadas al desarrollo local.

Andrea Castillo, coordinadora del Club de Niños Abriendo Caminos, y quien todos los días recorre 90 kilómetros para llegar a Arévalo a trabajar, da cuentas de ese crecimiento educativo: “se visualiza un gran cambio en la zona. Principalmente por el apoyo a las instituciones educativas locales, por ejemplo, para el traslado de docentes para que diariamente puedan llegar a los centros educativos”.

Para Emilia Yurramendi, una joven criada en Arévalo, este cambio fue un punto de inflexión en su vida. "Toda mi vida estudié aquí, pero solo se podía cursar hasta tercer año de liceo. Después, teníamos que ir a Santa Clara de Olimar para continuar estudiando", recuerda. Como muchos otros jóvenes, Emilia enfrentaba la difícil decisión de dejar su hogar o renunciar a sus sueños educativos. Pero la creación de la
UTU en el pueblo le dio una oportunidad que nunca imaginó: continuar sus estudios sin tener que trasladarse.

"Fue una inmensa felicidad para mí y para mi familia. Ahora puedo prepararme mejor para el futuro sin alejarme de mi casa."

“Con los años, y el crecimiento de la industria, se amplió la forestación, se generaron actividades de cosecha más estables, aumentó el tránsito y algunas empresas se instalaron de manera definitiva en la zona. UPM llevó adelante jornadas de apertura para la comunidad y, así, conocer a la empresa y los equipos de trabajo, siendo partícipes también de las planificaciones de largo plazo”, relata Eduardo.

Los cambios también fueron notorios en el mejoramiento de la caminería y la infraestructura, se acortaron las distancias y se dinamizó la movilidad en la zona. El desarrollo de un corredor forestal que conecta Arévalo con localidades como La Paloma, San Gregorio y Sarandí del Yí ha transformado la dinámica del transporte en la zona.

De la misma manera, el mercado laboral se vio potenciado, generando oportunidades de calidad y se diversificaron los rubros de actividad.

El impacto en las familias
 
La presencia de la forestación en la zona generó “ingresos económicos a muchas familias que les permitió poder permanecer en el territorio”, señala Andrea, al mismo tiempo que valora que la presencia de este empuje laboral en la zona “generó cambios en las dinámicas familiares, siendo que las madres también comenzaron a salir a trabajar cuando antes se dedicaban únicamente al cuidado de sus hijos.

En estecontexto, se hizo necesario generar un espacio para que las madres de la localidad puedan dejar a sus hijos en un lugar donde estuvieran cuidados y ellas pudieran salir a trabajar en distintos rubros. Esto se concretó hace dos años, a partir de la acción de iniciativas locales, creándose el Club de Niños y el CAIF."

Agustina Sánchez, otra joven de Arévalo, también vivió en carne propia los desafíos de estudiar lejos de casa. Durante cinco años, viajó todos los días a Santa Clara de Olimar para cursar el liceo, recorriendo 80 kilómetros diarios.

"Me levantaba a las 5 de la mañana porque el ómnibus salía a las 6. Era agotador, pero no tenía otra opción si quería seguir estudiando", relata. Todo cambió cuando se abrió el bachillerato agroforestal en la UTU local. Para Agustina, esta nueva posibilidad no solo significó estar más cerca de su familia, sino también poder cuidar a su bebé recién nacido mientras continuaba con su formación.

"El hecho de no tener que salir tan temprano y llegar tarde fue un cambio enorme. Además, se formó un grupo muy cálido entre compañeros y docentes, y recibimos mucho apoyo del municipio para nuestras prácticas."

Sueños que florecen
 
El bachillerato agroforestal no solo les permitió completar la secundaria, sino que también abrió puertas hacia nuevos horizontes. Agustina recuerda con orgullo un proyecto llamado Agrolab, que desarrollaron durante el segundo año de bachillerato.

"Se habló de la posibilidad de salir becados para hacer la carrera de Técnico Forestal. Gracias a la gestión del coordinador, personas de la facultad y el municipio, ese sueño se hizo realidad. Hoy estoy culminando el primer semestre de esa carrera."

Para Agustina y Emilia, la forestación no es solo un motor económico, sino también una oportunidad para construir un futuro mejor." Es increíble cómo algo que parecía tan lejano, como la posibilidad de estudiar una carrera universitaria, ahora está al alcance de nuestra mano", reflexiona Emilia. Agustina, por su parte, destaca la conexión entre sus estudios y el entorno local."Estamos aprendiendo sobre un rubro que está presente en nuestra zona, como lo es la forestación. Es una forma de crecer profesionalmente sin perder nuestras raíces."

El impacto social de la forestación
 
Los cambios en Arévalo van más allá de las historias individuales. Según el último censo del Instituto Nacional de Estadística, la tasa de asistencia escolar entre los jóvenes de 12 a 17 años pasó de un 54,8% en 2011 a un impresionante 88,45% en 2023. Además, cada vez más jóvenes son la primera generación de universitarios en sus familias, marcando un hito en la movilidad social del pueblo.

La transformación de Arévalo no ha estado exenta de desafíos, pero el impacto positivo es innegable. Las calles que antes parecían vacías ahora están llenas de vida, y los jóvenes que antes partían en busca de oportunidades ahora tienen razones para quedarse. Emilia y Agustina son prueba de ello: dos mujeres que, gracias a la educación y al impulso de la forestación, han encontrado en su propio pueblo las herramientas para soñar y construir un futuro prometedor. En Arévalo existe de forma latente una percepción generalizada de progreso.

Una comunidad abierta, con familias que participan activamente en diversas propuestas y espacios, como el Club Social, la escuela, UTU, Club de Niños y las fiestas locales. Esta integración ha enriquecido la vida comunitaria con mayor diversidad, pero también ha reforzado el sentido de pertenencia y el desafío de
preservar las tradiciones y costumbres locales.

Fundación UPM y su contribución al desarrollo educativo de Arévalo 

En el recorrido a través de la historia de Arévalo ha mostrado la relevancia que ha tenido la presencia de UPM en la zona y el accionar de su fundación a lo largo de los años.

En 2022, la Fundación UPM entregó un micro con capacidad para 10 personas al municipio de Arévalo que permite el traslado de docentes viabilizando el desarrollo de un bachillerato de UTU en la comunidad. Partiendo desde el entendimiento de las necesidades de la localidad y el acompañamiento del desarrollo regional.

También en 2022, un proyecto de la Facultad de Ciencias Agrarias de las Universidad de la Empresa fue seleccionado por Fundación UPM para desarrollar un proyecto llamado AGROLab – Educación científica en ciencias agrarias. El equipo de laboratorio de Ciencias Agrarias se propuso trabajar con estudiantes y docentes de seis liceos a través de la realización de talleres en cada institución educativa. Proyecto que se desarrolló en la Escuela, Liceo y UTU de Arévalo, y a partir de esa experiencia surgió el interés de 6 jóvenes para comenzar los estudios universitarios de Técnico Forestal.

Desde 2023, y en el marco de su programa de becas de capacitación para fortalecer a comunidades del interior del país, la Fundación UPM becó a 22 docentes y educadores de la zona en distintos cursos de formación docente.

UPM - URUGUAY - 16 Junio 2025