Producción climáticamente inteligente: así progresó un productor, pese a la sequía
En Carpintería, Pablo Cáceres logró mejorar sus indicadores productivos y, a la vez, reducir la emisión de gases de efecto invernadero, participando en el proyecto Ganadería y Clima.“Lo más importante, entre muchas cosas buenas, es que me enseñó a ordenarme”. Eso dijo el productor Pablo Cáceres Echavarren cuando El Observador lo consultó sobre la utilidad que tuvo participar en el proyecto Ganadería y Clima, decisión que lo ayudó a evolucionar, incluso pese a la sequía.
Ese proyecto es dirigido por el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) y el Ministerio de Ambiente (MA), cuenta con el apoyo financiero del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF) y en su implementación coopera la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Cáceres es doctor veterinario y siempre ha tenido como estrategia en su sistema productivo, que se desarrolla en Carpintería (Durazno), diversificar su producción.
Actualmente es ganadero –comercializa terneros, vacas de invernada y lanares– y tiene agricultura, encarada por un tercero en su campo dejándole una renta y una pradera al final del ciclo.
La familia es fundamental por su apoyo, aunque viven en Montevideo. Su señora es maestra y sus hijos están estudiando en el liceo. “Siempre en los momentos de más trabajo vienen al campo a colaborar”, indicó.
Del proyecto, señaló cómo aporte relevante que recibió el valor de aprender a manejar del modo adecuado la producción de alimentos.
Adecuar el stock de animales por hectárea baja las emisiones de gas y, al producir más eficientemente, más kilos de carne por vaca, mejora el resultado.
Además, en ese campo se plantó un porcentaje de área con forestación de UPM, “de forma estratégica, con el propósito en parte de diversificar y a su vez para sombra, y también sabemos que tiene una captura de carbono”, señaló.
El proyecto, agregó, “me enseñó a medir la altura del pasto por potrero para calcular la materia seca disponible y así calcular su carga y el período de descanso del campo. Eso dio como resultado un aumento en el estado corporal de las vacas, aumentando el porcentaje de preñez y los kilos de los terneros destetados”.
Todo eso, apuntó, le permitió tener más confianza y mejores resultados a la hora de sobrellevar de mejor modo la gran adversidad que para todo productor significó la sequía que ha impactado en todo el país durante varios meses.
“Las mejoras en la producción realmente te reconfortan y ayudan en los momentos críticos. Por ejemplo, si los animales bajan su estado corporal por la seca no va ser tan grave si se parte de un buen estado corporal, añadió el productor.
Cáceres agradeció a todos quienes le permitieron ser parte de este proyecto, especialmente a la técnica que lo asesoró, la ingeniera agrónoma Carolina Gari, y también dijo estar “inmensamente agradecido a mis padres, abuelos y tíos que me guiaron en este camino y me trasmitieron el gusto por el campo”.
Transformación radical
La ingeniera Garí, sobre el sistema productivo de Cáceres, explicó que “es un sistema criador, en base a campo natural, con venta de terneros y vacas de invernada”.
Recordó que cuando el sistema entró en el proyecto en el 2020 “tenía un sistema con cría y recría de machos y hembras, con altas cargas, baja altura del campo natural (2 cms) y baja condición corporal de los animales. Esto llevaba a que el sistema produjera pocos terneros, de bajo peso y una recría muy ineficiente donde las vaquillonas no llegaban al entore con 2 años”.
“Lo primero que se planteó fue una baja de carga sustancial, y eliminar del sistema la recría de machos, lo que se fue haciendo paulatinamente. Al mismo tiempo se sembró un 10% del área con pradera permanente y se logró con UPM que forestaran un 8% del campo distribuido en distintos potreros que no tenían sombra”, detalló.
Además, “se hizo hincapié en el trabajo de clasificación de las vacas por su condición corporal y estado fisiológico, asignando así de mejor manera los recursos forrajeros en función de los requerimientos de los animales. Esto nos permitió pasar de una preñez de 64% que tenía en la línea de base (promedio de tres ejercicios anteriores) a 81% en promedio de los tres años del proyecto, con un pico de 94% en el 2022”.
Garí indicó que “se mejoró la producción de carne pasando de 93 kg/ha a 117 kg/ha y aún falta camino por recorrer, porque sabemos que hay potencial para producir más”.
“Se pasó de 82 kg de ternero producido por vaca entorada en la línea de base a 145 kg de ternero destetado por vaca entorada este último año”, señaló.
A la vez, “se pasó de alturas del campo natural de 2 cms a 6 cms en promedio del año”.
Gari subrayó que “se logró un muy buen vínculo con el productor, lo que permitió que se pudieran llevar a cabo las distintas propuestas del proyecto”.
Otro cambio “muy importante”, mencionó, “fueron las reducciones de gases de efecto invernadero, al bajar la carga animal y mejorar la eficiencia de producción de carne, objetivo fundamental del proyecto”.
Producción climáticamente inteligente
Según se informó desde la representación de FAO en Uruguay, en Uruguay es posible mejorar notablemente la productividad y los ingresos netos de los predios ganaderos sobre campo natural con un manejo sostenible de este recurso, generando adaptación al cambio climático, reduciendo la intensidad de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) por kilo de carne, aumentando el secuestro de carbono en pastizales y cuidando la biodiversidad. Todo esto al mismo tiempo y así lo demuestra el proyecto Ganadería y Clima, se indicó.
A pesar de tres años consecutivos de niña, déficit hídrico y sequía, los productores de ganadería y clima pudieron adaptarse mejor a este evento extremo.
El proyecto fomenta una producción climáticamente inteligente, que no es un conjunto de prácticas aplicable universalmente, sino más bien un concepto en constante evolución que identifica, a nivel local, nacional e internacional, estrategias agropecuarias acordes con las condiciones de cada lugar.
Se basa en el increíble potencial del sector, no solamente para reducir sus emisiones, sino también para capturar carbono, preservar el suelo y otros recursos claves para los ecosistemas y la biodiversidad.
Bajo la dirección técnica de la FAO, el trabajo de campo es ejecutado por el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) y la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República de Uruguay (Udelar).
El dato
Este equipo multidisciplinario e interinstitucional trabaja con las familias que trabajan en 60 predios en cuatro zonas ganaderas del país e impacta en 35.000 hectáreas de manera directa y en 400.000 de manera indirecta.
El foco del proyecto está puesto en trabajar con productores y productoras a través de una metodología participativa de asistencia técnica denominada “coinnovación”, para lograr rediseñar los sistemas de producción con prácticas y tecnologías de bajo costo y alto impacto y, a la vez, monitorear los resultados físicos, económicos y ambientales del proceso de cambio.
El diferencial de esta metodología está en el trabajo horizontal, basado en el equipo academia-extensionista-familia productora, con una alta frecuencia de asistencia técnica que trabajó desde 2020 en un plan integral y específico para cada establecimiento.