Plan nacional de riego
En el marco de la Expoactiva, el presidente de la República anunció su compromiso para desarrollar un plan nacional de riego, el buque insignia que le estaba faltando al gobierno como quizás fue la ley forestal, la política de puertos o la ley de arrendamientos; hitos que marcaron los gobiernos de su padre Lacalle Herrera y Sanguinetti, generando importantes transformaciones para el país y un verdadero legado.
Hemos visto con buenos ojos el esfuerzo realizado por Regadores Unidos del Uruguay (RUU), que junto a Ceres pusieron el tema en agenda, incluyendo un completo análisis económico donde fue posible estimar el gran impacto que tendría un plan nacional de riego en términos de producción, crecimiento del PBI y recaudación. Ello no es un detalle menor, ya que posiblemente sirva como insumo para entusiasmar al sector político y sacar del letargo en el cual los gobiernos suelen entrar en la etapa final de su mandato.
En especial vemos con beneplácito la difusión que tuvo la propuesta que publicamos en nuestra última columna para desarrollar un Superbono para riego. Este instrumento inspirado en las políticas de apoyo gubernamental italiano, permitirían ampliar el acceso a la ley de inversiones a productores de diferentes estratos y generar verdaderos incentivos para alcanzar las ambiciosas metas de expansión del área de riego.
Ahora bien, esto nos obliga a profundizar en el alcance de este mecanismo, donde la experiencia italiana nos ofrece algunas enseñanzas muy importantes para su implementación.
El superbono consiste en un crédito fiscal capaz de ser utilizado en forma directa por empresas contribuyentes, transferirlo a proveedores con descuento en la factura o vía crédito a instituciones financieras. En especial éste último, ofrece una interesante oportunidad para simplificar y sincronizar el acceso a beneficios fiscales con la financiación de proyectos, con lo cual el sector financiero opere como un verdadero puntal de las políticas públicas que pretende priorizar el gobierno.
Experiencia italiana con el Superbono
El Superbono fue tan exitoso, que su implementación algo desmedida, generó 3 grandes problemas que debemos atender especialmente:
Se identificaron algunos excesos por parte de los operadores en las obras que presentaban transferencia de crédito fiscal con descuentos en la factura.
Dada la enorme cantidad de obras realizadas, los bancos no pudieron ser capaces de absorber todo el crédito fiscal disponible, con lo cual un gran número de proyectos quedaron “encajonados” sin posibilidad de ser transferidos.
Uno de los grandes problemas que representó el Superbono para el gobierno italiano fue la gran renuncia fiscal. Esto provocó un tirón de orejas por parte de la Unión Europea, producto de la regla fiscal que comparten los diferentes estados miembros.
En función de esta experiencia es fundamental dimensionar la estructura y el alcance del programa a nivel nacional. Ello nos obliga a afinar la puntería en búsqueda de maximizar el costo-beneficio y procurar un mayor derrame sobre el resto de la economía.
Los datos aportados por Ceres son muy auspiciosos y permiten augurar un resultado muy positivo en el crecimiento del PBI y la recaudación; recursos genuinos que podrían contribuir a compensar la renuncia fiscal del Superbono.
Entendemos que el gobierno se encuentra muy bien encaminado y entiende las necesidades que el sector demanda. Si bien la actual sequía ha sido tremendamente dura, el sector agropecuario se ha caracterizado por su perseverancia y ya se encuentra dispuesto a dar una nueva batalla con los cultivos de invierno. El anuncio de un plan nacional de riego, así como un seguro de rendimiento agrícola tipo SOA, entre otras alternativas propuestas por el presidente, son señales claras que buscan blindar al sector de años como el corriente y muestran un gobierno proactivo y audaz.
*Ingeniero agrónomo, MsC en Agronegocios