Algunos exportadores buscan “sobrevivir”, mientras enfrentan caída de negocios similar a la registrada en la Segunda Guerra
Para algunos exportadores, el shock del coronavirus los retrotrae a la crisis que vivieron 70 años atrás, en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, cuando la lana representaba más de la mitad de las exportaciones de Uruguay, por ejemplo. A otros, parece darles un “golpe de gracia” sobre la complicada realidad que ya arrastraban. Y están quienes ven por delante el desafío de “sobrevivir” ajustándose y suspendiendo las inversiones hasta el próximo año.
Según las consultas realizadas por Búsqueda, el impacto de la pandemia agravó la magra performance exportadora que ya tenían varios sectores industriales y empujó hacia abajo la trayectoria que registraban algunos de los principales rubros de producción, como la carne y la celulosa. En otros casos, “paradójicamente” la flecha cambió.
En abril las solicitudes de envíos de mercaderías al exterior fueron por US$ 668 millones, 22,7% menos que en igual mes del año anterior. Y en el primer cuatrimestre acumularon una retracción interanual de 14,8%, totalizando US$ 2.459 millones, según las cifras difundidas el lunes 4 por el Instituto Uruguay XXI.
Los principales destinos experimentaron caídas en abril respecto a un año atrás. Sin embargo, China se manutuvo como el principal mercado —sin considerar las ventas desde zonas francas— aunque las colocaciones disminuyeron cerca de 40%. Le siguió Estados Unidos (–15%), la Unión Europea (–45%) y Brasil (–62%).
Por rubros, hubo reducción de las colocaciones de carne bovina (–42%), celulosa (–38%), madera (–24,2%) y subproductos cárnicos (–50%), plásticos (–7%), animales vivos (–34%), cueros (–49%), lana (–83%), entre otros. En contrapartida, creció la exportación de soja (18%), arroz (177%), lácteos (3%), concentrado de bebidas (4%) y productos farmacéuticos (30%), por ejemplo.
La desaceleración mundial de la oferta y demanda de mercaderías que produjo el Covid-19 trajo asociado un impacto en el precio de los commodities que exporta Uruguay. De acuerdo con las proyecciones del Banco Mundial, los precios de referencia de los productos agropecuarios que el país coloca en el exterior caerán 5,1% —en promedio— este año y se recuperarían 2,5% en 2021, recogió en su informe Uruguay XXI.
Sin embargo, los productores arroceros están aprovechando “olas” de oportunidades en varios mercados, concretando negocios a precios 10% y 20% mayores que los de la zafra anterior (Búsqueda Nº 2.069). Ello fue porque hubo países asiáticos que, debido a la pandemia, limitaron las exportaciones temporalmente para priorizar la demanda interna del cereal y a alteraciones en la operación logística por la reducción de la movilidad. En este caso, la coyuntura parece favorecer al sector arrocero, que llevaba varios años acusando problemas de competitividad y rentabilidad.
A la baja
La Organización Mundial del Comercio estimó que las exportaciones de América Latina caerían en un rango de 13% a 31% este año, dependiendo si la vuelta a la normalidad es rápida o si la recuperación es más prolongada.
Para la Cámara de Comercio y Servicios del Uruguay las ventas de mercaderías uruguayas disminuirán al menos 13%, afirmó la semana pasada en una charla vía web la asesora económica Ana Laura Fernández, con base en estimaciones de consultoras privadas y “modelos” propios. Pero advirtió a Búsqueda sobre la posibilidad de que la cifra pueda ser “revisada a la baja”.
Frenazo en carne y cuero.
La afectación del nivel de demanda y de precios para la carne vacuna en el mercado chino se arrastra desde fines del año pasado y el inicio de este 2020. Antes de que se comenzara a recuperar gradualmente la demanda del gigante asiático, se paralizó Europa, donde los clientes del tradicional producto ganadero uruguayo renegociaron contratos e incluso llegaron a cancelarse (Búsqueda Nº 2.066).
Con este escenario, la faena de los frigoríficos disminuyó 28% desde comienzos del año hasta el inicio de mayo, según datos del Instituto Nacional de Carnes, dado que algunas plantas industriales tuvieron que paralizar durante algunas semanas su actividad.
Los cueros provenientes del ganado faenado eran hace poco tiempo un costo importante para la provisión de materia prima a las curtiembres. Ese factor ahora no incide en la crisis del sector curtidor, que arrastra cierres de empresas, reestructuras y desinversión. Ahora, esta industria enfrenta el “frenazo enorme” de la demanda por el impacto del coronavirus en los principales mercados de exportación (China, Europa y Estados Unidos) del cuero semiterminado y terminado para calzado y para uso automotriz.
“En abril no hablamos con clientes para hacer nuevos negocios, sino de cómo nos van a pagar, cómo renegociar contratos, todo fue resolver problemas. No hay perspectivas de embarcar nada ni en mayo ni en junio”, dijeron ejecutivos del sector. Estimaron que en el primer semestre la caída de negocios rondará el 60% y en el segundo algo menos (40%).
Explicaron además que como los frigoríficos han seguido faenando, aunque a menor ritmo, los cueros “sobran”, bajaron su valor porque no hay demanda y las curtiembres no pueden aprovecharlo porque conservarlos en sal para negocios a futuro implica un costo elevado para asumir en las actuales condiciones. Tradicionalmente, la materia prima representaba la mitad del costo de producción de una curtiembre y ahora es menor a 5%, ilustraron.
En esta coyuntura, las empresas que quedan con algo de actividad tratan de preservar las fuentes de trabajo (dando licencia a parte del personal), suspendiendo los proyectos de inversión y tensionando la “capacidad de subsistir” al shock externo, que anuló la demanda de la industria automotriz y frenó los pedidos de las multinacionales de calzado.
Sobrevivir
Otra agroindustria afectada es la cadena textil-lanar.
El coronavirus terminó de agravar la situación “muy complicada” que los lavaderos y las peinadurías ya atravesaban, golpeados por la guerra comercial entre China y Estados Unidos, explicaron empresarios del rubro.
Para ilustrar el impacto, indicaron que hace un año China —el principal destino de la lana uruguaya— había incrementado las compras y Uruguay había vendido tanto que a esta altura de mayo tenía colocada prácticamente toda su producción. Pero ahora las industrias tienen dos tercios sin vender que esperan en los almacenes y galpones de lana.
“Hace 70 años que no pasaba algo así”, señaló Diego Saavedra, de Lanera Piedra Alta. Lo atípico de la situación lo transportó a los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, aunque entonces la lana tenía un peso relativo mucho mayor en la estructura de exportaciones del país (rondaba el 60%).
En abril las cuatro industrias topistas que emplean directamente a unos 600 trabajadores pararon su producción, cuando lo habitual es que estén “a tope” y plena zafra. Este mes solo retomó la actividad una de ellas.
Saavedra explicó que la lana está stockeada para “realizarla” cuando se reacomode la demanda. Esperan que eso sea “lento”, ya que el consumo de vestimenta y en particular las prendas de lana se consideran un bien suntuario por su alto valor y calidad.
“Por ahora los pedidos de China están muertos, no hubo ningún atisbo de demanda y cada tanto aparece algún mercado europeo para cotizar”, señaló. La expectativa del sector, dijo, es ver si las decisiones de compra ocurren en los próximos dos meses para llegar a tiempo y poder abastecer a las industrias que produzcan para la temporada de otoño-invierno del hemisferio norte”.
“El desafío es sobrevivir (…) porque no se puede congelar la realidad” y habrá que superar los problemas financieros que se arrastraban, que el coronavirus empeoró.
En tanto, para algunos exportadores de madera en rolos la demanda de China se reactivó antes de lo previsto y abril fue un mes “paradójicamente bueno”, indicaron fuentes de ese rubro que retomaron los embarques al país asiático. Sin embargo, tras ese “subidón de demanda”, señalaron que el resto del año se muestra incierto tanto en precios como volúmenes porque los principales proveedores están volviendo al mercado con “mucha fuerza”. Eso, prevén, puede llegar a ocasionar una sobreoferta, como ocurrió en junio del año pasado.
Inversiones suspendidas
Algunas industrias de mayor valor agregado que concentran sus ventas a la región también están siendo afectadas, como el caso del plástico.
El gerente general de la fábrica de preformas de plástico Cristalpet, Álvaro Queijo, planteó que más allá del impacto en los mercados que tuvo el coronavirus, en el “fondo”, la caída en las colocaciones en abril se explica por una pérdida de competitividad comercial con Brasil, especialmente por la fuerte depreciación del real y un menor incremento de los precios minoristas en relación con Uruguay.
Por el Covid-19, explicó que la industria tuvo un cambio en el “mix” de exportaciones, principalmente. Se redujo la venta de refrescos (en especial de las presentaciones de medio litro y litro) y aumentó la de agua en bidones de cinco litros. Eso se reflejó en menor volumen y kilos de plástico o preformas, ilustró.
Con esta situación, la producción en la planta de Cristalpet está 40% por debajo que el año pasado, porque también se vio afectada por una disminución en la facturación a sus clientes en el mercado interno, que por ejemplo vendieron menos bebidas a bares y restaurantes ante el cierre de muchos de esos comercios por la emergencia sanitaria. Debido a ello, indicó, las plantas de Salus, FNC y Montevideo Refrescos incluso tuvieron que parar algunos días y dar licencias a su personal.
Cristalpet también está agotando el recurso de licenciar a parte del personal y es posible que a fines de mayo pueda recurrir al “seguro de paro” como una medida para “pasar el resto del invierno”, reconoció el empresario.
Queijo prevé que en mayo y junio las ventas sigan mostrando caídas, que en el tercer trimestre la situación comience a normalizarse y en el último tramo del año la demanda se recupere tras el control de la enfermedad.
Además, dijo, “se han suspendido” y postergado para 2021 todos los planes de inversión previstos para este año, que pensaban que sería mejor al anterior, dado que la realidad muestra un “retroceso”.