PUERTOSMARÍTIMAS
Nuevos tiempos, nuevas esperanzas para el puerto
Que vuelvan aquellos bríos innovadores del 90 para avanzar.

Sí señor, estamos contentos con el triunfo de Luis Lacalle, porque con su liderazgo vienen tiempos de cambios, de nuevas esperanzas, tiempos de transformaciones y sobre todo de dejar atrás el obsoleto y odioso pasado que restringía la libertad que Dios nos dio. Pero con este hombre joven, educado, con dominio propio y sobre todo sereno e inspirado ciudadano responsable, vendrán los cambios que aguardamos en la empresa nacional -pública y porivada- con otras metodologías y con el recambio necesario de recursos humanos entregados por años a cómodas modorras inproductivas

Para nosotros, el cambio de sesgo político más allá de los pesos intelectuales que hacen la diferencia, es doblemente valioso primero por el cambio en si que significa oxígeno y nuevos desafíos pero sobre todo porque aspiramos repetir aquel tiempo fermental en la política portuaria de los años ‘90 cuando contra viento y marea el Partido Nacional introdujo la Ley de Reforma Portuaria de 1992; fue el acontecimiento más importante en 100 años luego de suscrito el proyecto de construcción del Puerto de Montevideo en 1899. Una ley que democratizó la actividad portuaria, trajo la libertad de trabajo en el puerto y abrió las puertas a la inversión privada para desarrollar servicios portuarios, creando ademas puestos de trabajo e indemnizó con millares de dólares a los estibadores.

Por eso, para nosotros, con la instalación del presidente Lacalle Pou se abre un periodo de esperanzas de retomar aquellos innovadores bríos necesarios para relanzar la actividad portuaria hacia nuevos horizontes. Han pasado 30 años, los puertos ya no son lugares de atraque ni garajes de barcos sino formidables centros universales de alta tecnología para el desarrollo del comercio internacional. Es una pieza de fuerte prevalencia entre el comprador y el vendedor que debe manejarse con prudente equilibrio.

Será necesario reformular el Plan Maestro reciente, que resultó difícil de comprender como herramienta de gestión por flexible en su aplicación y por tan genérico que no creó certezas para proyectar nuevas inversiones. Debemos recuperar el espíritu reformista del ‘92 y retomar aquel Plan de Maestro de 1999 como base para la formulación de otro más ambicioso.

Pero sobre todo y ahora sí con fundadas esperanzas, es tiempo de retarnos a retomar aquellos inspirados bríos de los ‘90 para relanzar la actividad portuaria hacia nuevos horizontes.

Vamos al retraso del plan argentino para relanzar el Puerto de Buenos Aires bajo una sola terminal que no sabemos en que terminará, lo cual nos da un nuevo margen de tiempo para reforzar el desarrollo del Puerto “hub” de Montevideo como complemento de Buenos Aires. Como ya lo hemos expresado, también tenemos esperanzas que las nuevas autoridades de ambas orillas puedan avanzar en la comprensión que lo mejor para el sistema portuario regional es la cooperación y la complementación. Debemos competir, cooperando.

Las nuevas autoridades deben entender las señales que manda el mercado. Necesitamos más profundidad, alta productividad y avanzar hacia una escala eficiente en las terminales especializadas para volver a poner a Montevideo en el mapa de los puertos de distribución de cargas de la región.

Las nuevas autoridades también enfrentan algunos desafíos coyunturales que deberemos superar para no provocar un “apagón portuario”, que sin exagerar, puede complicar las operaciones por la concurrencia de varias obras superpuestas, por retrasos en algún caso y por falta de previsión en otros. El retraso en la ejecución de las obras del Puerto de Capurro provocó una saturación de los muelles al tener que distribuir los barcos de pesca en otros muelles, la solución precaria al dique Tsakos, que habrá que reubicar cuanto antes, el inicio de obras para la Terminal de UPM2 y la construcción del Viaducto externo con dudas entre los operadores sobre como será el tránsito de carga dentro del puerto.

Todo esto ha provocado que hoy el puerto tiene menos metros de muelle disponibles. Ya tuvimos que limitar la entrada de Cruceros a 3 en lugar de 4. Sigue también como tarea pendiente la regularización de las áreas públicas y el fortalecimiento de la ANP que lo vemos en conjuncion con la empresa privada, como autoridad portuaria -nada de úkases- para trazar un camino y fijar reglas de juego claras que permitan agilizar la toma de decisiones del sector privado. Sí señor, son tiempos de esperanzas incluso hasta para nuestra joven ancianidad. ¡Aleluya hermano!

Diario EL PAIS - Montevideo - URUGUAY - 02 diciembre 2019