tierra3URUGUAY COMO LABORATORIO (FINANCIAMIENTO EXTRANJERO A ORGANIZACIONES SOCIALES)
Marcelo Marchese

Parece ser que en el mundo no hay un contrato de inversión como el "Contrato ROU UPM", esta nueva modalidad de contratos de inversión con irrupción extranjera incluso en la legislación laboral y en la educación, y con el añadido del peso mayor de la inversión por parte de las poblaciones locales, que significa el añadido del "tiempo acumulado" de las poblaciones locales.
 
Esto lleva a que no existe otro movimiento ciudadano que enfrente a un contrato de inversión de nuevo tipo. Con toda evidencia, contratos como estos se pretenderán imponer en todo el mundo y generarán, en respuesta, movimientos ciudadanos, aunque será más difícil que esto suceda en sociedades fragmentadas racial o religiosamente.
 
Ahora, si éste es el primer contrato de inversión de nuevo tipo, estamos oficiando como laboratorio de un capital trasnacional que prueba fuerzas y después ve cómo seguir. Es curioso, pero quienes enfrentamos este "Contrato" también estamos experimentando y aprendiendo todos los días. No paramos de ver nuevas dimensiones al asunto, algo que es resultado del tiempo, de la energía dedicada a un tema específico, y sumado a eso, de la posibilidad de poder estudiar un hecho a partir de los pasos que damos.
 
El caso es que el experimento de ellos tiene un ingrediente a considerar: con anticipación, el capital trasnacional buscó cómo fragmentar a la sociedad, y en cierto sentido tienen los hilos bien agarrados. Han financiado y de esa manera dominan, una serie de colectivos y organizaciones sociales y periodísticas o de la forma que sea, de todo tipo y color.
 
Organismos internacionales como el Banco Mundial, financian y estimulan las agendas de derechos y por lo tanto, a ciertos colectivos que nacen con un propósito específico. Poderes extranjeros financian y estimulan movimientos ecologistas, que deben moverse por ciertos carriles, no sea cosa de perder el financiamiento y en rigor, el trabajo. Desde afuera se financian organizaciones sociales que buscan re insertar de alguna manera a la gente marginada, y guay con hacerse el loquito y cerrar la canilla de donde vienen los ingresos.
 
Claro, si viniera un poder extranjero y nos diera dinero para dirigir una radio, uno estaría tentado de agarrar viaje, pues con suficiencia pensaría "ellos me financian por tal motivo, pero yo hago mi propio juego y ya veremos quién tiene una mirada más larga", pero las cosas no suceden en el mundo de los sueños, las cosas suceden en el mundo real, que a menudo es un mundo de pesadilla, y en este mundo real, la dependencia económica genera dependencia política. Si uno se hace el loquito, le cortan los víveres y andá a llorar al cuartito. Entonces uno, que se creía tan vivo, ahora piensa que entonces hay que ceder en tal terreno, o se autoconvencerse que no es ceder en tal terreno sino que es lo mejor, mientras alegremente sigue con lo otro, con aquello que no molesta al que maneja el dinero. Todos conocemos la historia y todos sabemos qué fue del aprendiz de brujo.
 
No se crea que ésta es la única sibilina manera de actuar por parte de los grandes centros de gravitación universal. No sólo planifican cómo maniatar a las organizaciones sociales en todo el mundo y en particular en lugares conflictivos o potencialmente conflictivos, lugares en dónde pretenden apoderarse lisa y llanamente de los recursos naturales, como sucede en el mundo árabe y como sucede en América Latina. Penetran ideológicamente también de otras formas. La Fundación UPM financia becas, nada menos, en la Universidad de Montevideo, para "Especialización en Liderazgo, Gestión e Innovación educativa". La Fundación UPM entra en las escuelas y lleva a los alumnos a las plantas de UPM para demostrales lo buena que es UPM y cómo ayuda a nuestro país. La Fundación UPM financió el "Charabón", un simpático ómnibus cuyo objetivo es trasladar niños y maestros en aquellos olvidados e incomunicados pagos de la República. La Fundación UPM, y casi escribo "Papá Noel", tiene una camioneta dotada de paneles fotovoltaicos, que amable y ecológicamente proyecta cine en las escuelas perdidas de nuestro campo. En suma, la Fundación UPM hace de todo y establece alianzas con el Estado, con la AUF, con los jugadores de la selección y con las universidades privadas, con un único y evidente propósito: colonizar las mentes, la manera más eficiente para poder llevar a acabo sus pingues negocios, pingues negocios ruinosos para las poblaciones locales.
 
El problemilla que tienen, tanto UPM como los organismos que desde lejos y hace tiempo vienen planificando cada uno de sus pasos, es que no habían contado con una posibilidad. El enfrentamiento al "Contrato ROU UPM" no se lleva a cabo sólo a la vieja usanza, con organizaciones pequeñas de mirada fragmentada y fácilmente aislables. En rigor, esa mirada aún pervive, pero precisamente su carácter limitado dictamina su techo de crecimiento. Lo nuevo es un movimiento ciudadano que tiene la posibilidad de alcanzar a tres millones cuatrocientos mil personas, al cual puede ingresar cualquiera y cualquiera sea su credo político o religioso, sólo alcanza con querer defender nuestra soberanía y nuestros recursos naturales. Un movimiento así, no tiene ni puede tener ataduras con ningún financiador externo que luego exija cuentas, un movimiento así es mucho más difícil de controlar o diluir.
 
Para los que financian esos colectivos y sin una sóla excepción, un movimiento ciudadano que enfrente los contratos de inversión de nuevo tipo, es un enemigo irreconciliables y si pudieran, los aplastarían. A los que manejan los hilos, no les gustan los pasos que dan esos movimientos, sea una Petición al Poder Ejecutivo, sea una Denuncia al Parlamento, sean contraaudiencias en toda la República para discutir un contrato ruinoso y las políticas de Estado, sea cualquier actividad que implique cumplir con nuestros deberes y exigir nuestros derechos como ciudadanos. La palabra "ciudadano" es una palabra que odian. Les gusta y conviene más la palabra "consumidores", pues la palabra "esclavo" no les conviene usarla.
 
Si este movimiento ciudadano creciera y llegara a vencer, además de hacer caer el "contrato" y de abrir una nueva realidad política y social en el País, haría saltar por los aires unas cuantas estructuras y se desnudarían unos cuantos secretos, secretos aderezados oportunamente con dólares constantes y sonantes. Si este movimiento venciera, los orientales seríamos los propulsores de movimientos ciudadanos a nivel mundial, nosotros, los habitantes de un país pequeño y perdido en un continente alejado de los centros de gravitación mundial.
 
No es imposible y mucho menos extraño. La Historia gusta de originar cosas grandes en lugares pequeños y desconocidos.

UYPRESS  - Montevideo - URUGUAY 28 marzo 2019