luschiPor Nicolás Lussich

Remontar la seca

Mientras se acumulan lluvias que dejan atrás la sequía, las cifras de su impacto siguen doliendo. Hoy la tarea es ver cómo se financian las pérdidas y cómo se encara la continuación de la producción.Las precipitaciones de los últimos días no cambian las dolorosas pérdidas de la sequía, pero sí el ánimo de los productores, que encaran las estrategias para remontar la catástrofe.

Los pastos reaccionaron rápido, aprovechando la mineralización de nutrientes, aunque habrá que esperar algunos días antes de que los verdeos empiecen a dar pastoreos significativos. En agricultura, los más optimistas piensan que algunas chacras de soja pueden “meter” algunos kilos más, en especial mejorando (siempre en un rango pésimo) el peso de los granos, pero este partido ya está casi jugado.

En maíz todo indica que se precisará importar más de 800.000 toneladas para sostener la producción animal, demandante clave de este grano, tanto en ganadería como en lechería y avicultura. Si bien aún es difícil estimar la dimensión del derrumbe de la producción maicera, productores y técnicos coinciden en que, en el sur, el área de segunda (que habría superado a la primera) se perdió en un alto porcentaje y buena parte de las chacras se picaron para forraje. Hubo algunas chacras previstas para maíz que ni siquiera se sembraron, porque no hubo agua ni para eso. En el norte los maíces de segunda han estado mejor, pero es difícil estimar un promedio. Por su parte, los maíces de primera tuvieron de lleno el impacto de la seca y los rendimientos son paupérrimos, aunque también es difícil establecer un promedio. Hay rindes de 1.000 a casi 3.000 kg/ha, y también varias chacras pérdidas y picadas.

Las proyecciones son difíciles también porque no hay certeza del área sembrada, que se estima en algo más de 160.000 hectáreas. De eso, más de 15% se regó y -obviamente- allí los rendimientos fueron destacados, si bien cierto porcentaje previsto para regar no tuvo reserva de agua suficiente. Si se estiman unos 8.000 kg/ha regada, el aporte de producción del área de maíz regado podría andar en 200.000 toneladas, pero es una estimación gruesa y habrá que esperar que “hablen las cosechadoras”.

En la producción animal la sequía retrasa y encarece todos los procesos, tanto en ganadería como lechería. En este último caso el impacto en la remisión ha sido notorio, con un descenso interanual en febrero de más de 9% (gráfica). Los productores se ven obligados a sostener los litros producidos recurriendo a raciones y concentrados, pues la caída en la producción en estas fechas (donde se inician muchas lactancias) se extiende a lo largo de todo el año. En ganadería, la faena también se verá afectada en los próximos meses, por la escasez de ganado preparado; rearmar la base forrajera y los lotes de engorde lleva tiempo, aunque el proceso está en camino.

Por la revancha.
Para recomponer las cuentas agrícolas es clave que ayude la próxima zafra de invierno, aunque varios técnicos advierten que hay que actuar con cautela porque se proyecta un año Niño (con mayor probabilidad de lluvias) lo que puede afectar la calidad de trigos y cebadas. Aunque duela el recuerdo de la seca, hay que dejar espacio a las siembras de primera en soja y maíz.

Las malterías con actividad en Uruguay han lanzado sus planes de siembra para este año, algo que se esperaba con expectativa en el sector: las malterías financian semillas e insumos, a cobrar a cosecha, una modalidad habitual que se valora especialmente este año, en el que el financiamiento apremia luego del fracaso de los cultivos estivales. Es una confirmación de que la rueda seguirá girando y se precisa sembrar de nuevo. Tanto Maltería Oriental como Ambev han decidido ofrecer un precio 100% “atado” al precio del mercado a futuros de Chicago (CBOT), posición diciembre.

En el caso de Ambev se habilita fijar precio por hasta 2.000 kg/ha, con una perspectiva de aumento del área respecto a 2022. Se pasaría de unas 95.000 a 110.000 hectáreas. En el caso de Maltería Oriental se ofrece fijar precio por hasta 3.400 kg/ha, con un plan de siembras que apunta a 100.000 hectáreas, algo más que el año anterior porque ya estará funcionando a pleno todo el año la nueva planta ampliada. En ambos casos el objetivo es tener cebada para abastecer a total capacidad las malterías, agroindustrias que han tenido un rol clave en los cultivos de invierno en los últimos años.

El año pasado la competencia con otros cultivos de invierno, sumado a algunos problemas de calidad en zafras previas, que hicieron que muchos lotes no alcanzaran calidad maltera, llevaron a que no se alcanzaran a plenitud las áreas previstas de cebada. Aun así, los excepcionales rendimientos permitieron cubrir las necesidades de malteo. Este año, todo indica que la intención de siembra es firme por parte de los productores y las industrias.

Para recomponer la actividad también ayudan los costos. Las planillas de cálculo de los productores muestran bajas significativas respecto al año pasado, en la medida que bajaron los precios de varios insumos. Ayudaría un descenso algo más significativo de los combustibles (gráfica). La Sociedad de Fomento de Valdense (Sofoval) que hace anualmente una presupuestación, estima que los costos de trigo (insumos y laboreo) bajan de 820 a 650 US$/ha (un 20%).

No pare, SiGa.

Para estos meses será clave la forma en que los productores, proveedores e instituciones financieras definan las estrategias de financiación ante las pérdidas y los planes de repago. Los bancos están en pleno proceso de diálogo con los afectados, con los oficiales de cuenta recalculando los compromisos, corriendo cuotas y planificando la próxima zafra.

La instrumentación del Sistema de Garantía (SiGa) Emergencia Agropecuaria parece ser una herramienta idónea ante esta situación para muchos productores. Consiste en un sistema de garantías que otorga el Estado, que ya se venía aplicando en otros sectores y que tuvo importante adopción por parte de las empresas pequeñas y medianas durante la pandemia. Se extendió al agro a raíz de la sequía.

El SIGA otorga una garantía que aplican los bancos en hasta 70% del préstamo a otorgar, lo que les permite ampliar financiamiento. Tiene un costo de 0,6% y habilita crédito por hasta 245.000 dólares a cuatro años, adaptable a los flujos de repago de los productores. Es un plazo razonable, que ofrece a los productores un oxígeno imprescindible ante un faltante de caja que no se va a recuperar en un año, sino en varios, aun si los rendimientos de la próxima zafra de invierno son buenos.

Ingresar al SIGA agropecuario exige estar en un listado que certifica la condición de afectado por la seca, y tener una facturación inferior a US$ 10 millones (es para pequeñas y medianas empresas), lo que abarca a la gran mayoría de las empresas del agro. No implica recategorización crediticia por parte del Banco Central, aunque se exige una categoría crediticia actual de 2B o superior. Este sistema de garantía puede aplicarse a la agricultura y también a otros rubros.

A pesar de la histórica gravedad de la sequía, ésta encontró al sector agropecuario fortalecido, con empresas que -en general- vienen de ejercicios muy buenos y están bien capitalizadas. De manera que la gran mayoría de los productores enfrentará el trance combinando recursos propios y financiamiento, más allá de los subsidios y apoyos puntuales que habilitó el gobierno para los productores más pequeños y vulnerables.

En cualquier caso, resolver lo antes posible las finanzas es clave, porque el contexto global ha cambiado: la tasa de interés subió y -si bien Uruguay es grado inversor y tiene muy buen acceso al crédito- mejor es evitar la acumulación de deudas y sus costos asociados.

Diario EL PAIS -Montevideo - URUGUAY - 02 Abril 2023