upm 1nuevaLuces y sombras en el Uruguay

Hebert Gatto
Últimamente los uruguayos recibimos dos buenas noticias. Por una lado, la empresa finlandesa UPM, continuando con su política, anunció su disposición a instalar su segunda planta de celulosa (la tercera para el Uruguay), que al equivaler al 8% del Producto Bruto Interno, constituiría la mayor inversión extranjera que se registra en el país. Un emprendimiento inusual en un momento de retracción de la actividad industrial en el mundo.

Por otro, se confirmó que Uruguay fue absuelto, con costas y costos a su contraparte, en el proceso arbitral que le inició la empresa internacional Philip Morris. Un juicio promovido a causa de las medidas que el país adoptó para reducir el consumo de tabaco entre su población.

Esta política, si bien se encuentra implementada desde hace años, encontró en el primer mandato del presidente Tabaré Vázquez a su más decidido impulsor. Dicho esto no porque las autoridades deban dictar a su población los planes de vida a desarrollar, como se suele pensar, sino porque el consumo de tabaco constituye un comprobado daño para la salud que impide adoptar en las mejores condiciones, lo que cada ciudadano prefiera para sí. Un tema que pese a su aire paternalista compete al gobierno implementar, sin violar la democracia liberal.

También se difundieron dos hechos mucho menos auspiciosos. Por un lado la mayoría de los sectores que componen el gobernante Frente Amplio (MPP, Lista 711, Partido Socialista, Partido Comunista, Partido por la Victoria del Pueblo), se rebelaron contra el denominado plan de ajuste fiscal impulsado por el Ministerio de Economía y Finanzas, que difiere determinados gastos de la educación ya comprometidos en el Presupuesto Nacional, exigiendo al Poder Ejecutivo su mantenimiento.

Simultáneamente el MPP del expresidente Mujica y el Partido Comunista, manifestaron su apoyo al paro promovido por el Pit-Cnt, pese a que el mismo se decretó en lucha contra las pautas salariales adoptadas por el gobierno del Frente Amplio que ellos mismos integran.

En lo que refiere a la central de trabajadores, ciertamente corresponde a su función defender el salario, aún cuando muchos de sus dirigentes ocupen puestos de responsabilidad en la administración frentista, exhibiendo una ambigua duplicidad.

Sin embargo, lo que realmente choca fueron las posteriores declaraciones de algunos de sus dirigentes que, enfervorizados, manifestaron que el país y sus obreros marchan hacia el socialismo. Aparte de lo absurdo de la predicción, demuestra que siguen sin asumir que la política es cometido de los partidos políticos y no de los sindicatos.

En cuanto al Frente Amplio, aparece como siempre dividido en dos sectores claramente definidos, sólo que ahora también el gobierno -que se mantenía en una situación de equilibrio-, quedó de un lado. El más chico de ambos.

Diario EL PAIS -  Montevideo -  URUGUAY .  25 julio 2016