Conchillas calles1Montes del Plata por dentro
Se terminó la zafra para Conchillas: "Sabíamos que había que aprovechar"

Son las siete de la tarde y Gladys atiende a un hombre de unos 80 años en su almacén, en la calle principal de Conchillas, a 100 metros de la plaza, frente al Banco República y a 50 metros de la escuela. Le sirve ocho milanesas sueltas y 500 gramos de papas fritas. Le cobra rápido a una muchacha que lleva un refresco y un paquete de galletitas dulces y enseguida, al ser consultada por El País, comenta: "La verdad, está muy brava la cosa, está feo".

Gladys apoya un brazo en el mostrador de madera y deja la otra mano sobre la calculadora. Piensa, mueve la cabeza hacia los costados, y sigue: "Se sabía que esto era una changa, sabíamos que era algo que se iba a terminar y que había que sacrificarse para aprovecharlo, pero creo que no esperábamos que el cambio fuera tan grande, que cayera tanto".

Fundada el 24 de octubre de 1887, Conchillas parece volver sobre sus propios pasos. El final del siglo XIX y los comienzos del XX le dieron dinamismo a ese pueblo perdido en un rincón de Colonia gracias a la construcción del puerto de Buenos Aires. En la localidad coloniense se instalaron decenas de obreros europeos que trabajaron en la extracción de piedra en la zona y abastecimiento para las obras en la vecina orilla.

Pero con los años y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, la realidad cambió, la influencia europea se perdió, y Conchillas se fue apagando. Varias décadas después, ya en el año 2009 con la fundación de Montes del Plata y la decisión de ubicar la planta en Punta Pereira, el poblado sintió un soplo de vida.

Empleos, inversión, obreros de todo el mundo y dinero en los bolsillos pusieron en marcha al lugar. Pero eso duró mientras se levantaba la planta, lo cual demandó más de 5.000 obreros. Ahora, con 700 funcionarios dedicados a las tareas diarias, Conchillas sí recibe parte del empuje de la obra más grande del país, pero le resulta insuficiente.
En caída.

Bien en la entrada del pueblo está la casa de Sergio Domínguez, el propietario de la agencia de encomiendas y venta de pasajes de ómnibus. Él coincide en el diagnóstico y cuenta que mientras la planta estuvo en construcción, Conchillas era todo movimiento: "Había mucho tránsito, llegaban a pasar 40 ómnibus en un día. Ahora está todo quieto como antes y pasa un solo ómnibus, que es el que manejo yo".

"Hemos quedado como estábamos antes, pero hay que admitir que mientras duró estuvo bueno. Había que darse cuenta que eso se iba a acabar y teníamos que saber aprovechar", dice el lugareño, que además afirma que la actividad, al menos en su negocio, bajó entre 70% y 80%".

Gladys, del almacén, también habla de un descenso en las ventas cercano al 90%, y recuerda entre risas: "Había que ver lo que gastaban esos europeos. Eran buenísimos, pero gastaban platales en alcohol".

Y Nelsy, del "Comercio Peirano", otro local en el que venden desde verduras hasta máquinas de afeitar, hace una estimación también alarmante: "Cuando estaban construyendo la planta vendíamos más del doble de lo que vendemos ahora".
Empleo.

Daiana tiene 22 años y se acaba de instalar en Conchillas porque entró a trabajar en Montes del Plata. Ella alquiló una casa y se queja de que el pueblo "está caro".

"Estuve mucho tiempo buscando para alquilar, y no es fácil. Para dos personas todo está en al menos $ 8.000 o $ 10.000. Además de eso, los precios en los comercios son altos", dice. Igual, afirma que le gusta la tranquilidad del lugar y valora que esté cerca de su nuevo trabajo.

Según varios habitantes del pueblo, los alquileres hace dos años, cuando se estaba construyendo la planta, llegaban con facilidad a los US$ 1.000. Ahora rondan los US$ 300 y a pesar de eso la oferta sobrepasa por mucho a la demanda.

"Está todo vacío", repiten todos. Al recorrer Conchillas, esa realidad queda a la vista. Abundan las casas con candados en las puertas, persianas bajas y patios tapados de yuyos. Carteles de "se alquila" o "se vende" ya delatan el paso del tiempo.

Mientras se levantaba la planta, las empresas alquilaban casas y llegaban a vivir 10 o 12 constructores en una sola unidad, pero desde que eso terminó muchas viviendas quedaron abandonadas, y ahora solo quedan los habitantes de siempre y unos pocos más. En Conchillas estiman que no son más de 200 los que ahora están viviendo ahí.

En total hay 70 personas que viven en Conchillas y trabajan en Montes del Plata, lo que implica el 10% de la plantilla de la planta de celulosa. Además, de quienes trabajan para la firma en Punta Pereira, el 70% son habitantes de Colonia.

Gladys, la dueña del almacén, valora que "la planta haya formado y tomado a muchos jóvenes" del lugar, de la vuelta, para que trabajen ahí, y eso ha ayudado". Y cuando El País se despide, tras salir del almacén, ella baja la cabeza y sigue haciendo cuentas. Sabe que pasó la zafra y que hay que cuidar hasta el último peso.

Diario EL PAIS -  Montevideo -  URUGUAY -  05 julio 2015