arboles viejos altosRiqueza oriental

El agrónomo forestal Andrés González ha descubierto dos especies de plantas nativas que, hasta el día de hoy, solo existen en Uruguay: Cypella aurinegra y Oxypetalum marchesii. ¿Cómo se identifica una nueva especie para la ciencia? ¿Cuál es la importancia de conservar el bosque nativo y qué papel juega en esto el sector forestal?

“Me estaba esperando”. Eso es lo que el agrónomo forestal Andrés González dice cuando recuerda la primera especie nativa que descubrió para la ciencia. Esta planta, con sus florecitas amarillas moteadas de negro, había estado allí desde siempre entre los pajonales y cursos de agua de Cerro Largo sin que nadie la identificara por siglos. Hasta que él llegó allí en el año 2014.

Desde aquel primer descubrimiento, González, hoy funcionario en Gestión de Bosques de la Dirección General Forestal del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, suma dos especies nuevas endémicas para Uruguay y cerca de 50 nuevos registros de especies que ya existían, pero que nunca habían sido avistadas en el país.

González investiga dos posibles nuevas especies más para la ciencia: una planta trepadora en el norte del país y una herbácea en Artigas

Aunque la gran mayoría de los agrónomos forestales se dedican al lado más productivo del sector, Andrés decidió enfocarse en la conservación del bosque nativo. Justamente mientras hacía un relevamiento en la zona de Arbolito para su tesis de grado fue que se topó con la planta hoy conocida –y bautizada por él mismo– como Cypella aurinegra. “Vi una florecilla amarilla asomando en un pajonal. Yo ya venía estudiando la flora del país hacía años así que pude identificar, más o menos, que se trataba del género Cypella. Casi todas tenían flores naranjas o blancas, nunca había visto una de ese color”, explica. La confirmación de que se trataba de una especie nueva para el mundo llegó a los pocos días de la mano de un grupo de científicos brasileños expertos en iridáceas, familia a la que pertenece el género Cypella.

El descubrimiento no pudo ser más especial; para un gran fanático del club Peñarol que su primera especie tuviera los mismos colores que el equipo de sus amores fue más que una coincidencia. Aunque González sabe que el nombre “aurinegra” viene justamente como homenaje a Peñarol, en la etimología oficial de la especie el nombre se le atribuye a los colores. “Científicamente no quedaba muy bien visto”, confiesa con una sonrisa.

González tiene cerca de 50 registros para el país de plantas que ya se conocían en Brasil o Argentina, pero que nunca se habían encontrado en Uruguay

DE CABO A RABO
Aunque suene imposible de creer, a veces encontrar la especie es lo más “fácil” del proceso. González confiesa que cada vez que realiza una salida de campo aparece algo nuevo, o por lo menos dudoso o raro. El trabajo duro viene después, cuando hay que investigar, comparar, estudiar y, finalmente, publicar.

El primer paso es recolectar una muestra y ver si es que, efectivamente, se trata de una especie nueva para la ciencia. Para ello se analizan herbarios, publicaciones internacionales y hasta se consulta con especialistas de otros países.

Luego hay que depositar la muestra en un herbario. “Con esa muestra tipo se hace la definición de la planta, describiendo y midiendo todas sus partes, como hojas, bulbos, tallos, pétalos. Se incluyen fotografías, dibujos, la localización y distribución en el país, y una parte de la descripción va en latín”, señala González.

Después viene lo más complicado: conseguir que una revista arbitrada internacional acepte el trabajo y decida publicarlo. Una vez que esto sucede, la especie queda declarada oficialmente. En el caso de la Cypella aurinegra, que la publicación apareciera en la reconocida revista inglesa Phytotaxa tomó casi un año y medio. “Cuesta muchísimo trabajo encontrar una revista donde publicar. Especialmente al principio, cuando no se tienen publicaciones previas. Por eso vi como el camino más rápido asociarme a colaboradores argentinos o brasileños que ya tenían ciertos contactos”, dice el agrónomo uruguayo.

La segunda especie descubierta por González cuenta una historia diferente: ya existían algunas muestras muy antiguas depositadas en la Facultad de Agronomía bajo el nombre de Oxypetalum sp (el término sp se utiliza cuando no se ha determinado la especie). “Uno de los primeros colectores había sido Eduardo Marchesi, biólogo muy reconocido en Uruguay, que sospechaba que podía tratarse de una nueva especie pero que no había realizado la descripción”, explica González. Andrés y las biólogas argentinas Cecilia Ezcurra y Martina Fernández llevaron a cabo todo el proceso de investigación –incluyendo un análisis filogenético para conocer el ADN de la planta y confirmar al 100% que era una especie nueva–. Marchesi no aceptó la invitación para ser coautor del artículo, por lo que González, Ezcurra y Fernández decidieron nombrar a la especie en su honor, y por eso le pusieron Oxypetalum marchesii.

La publicación oficial de esta nueva especie rastrera de flores blancas grisáceas que se encuentra en los departamentos de Treinta y Tres y Maldonado salió hace apenas unos meses, en agosto de 2018.

COMPAÑERO CLAVE
Pese a lo que comúnmente podría creerse, González explica que el papel del sector forestal en cuanto a la conservación no debe pasar desapercibido. “El sector forestal tiene tres puntos muy buenos en este aspecto. El primero son las áreas protegidas; un gran ejemplo es

Mafalda en Río Negro. Estas áreas protegidas normalmente son las mejor conservadas y están dentro de predios que son propiedad de empresas forestales”, explica. Las certificaciones internacionales exigen el cuidado del bosque nativo, por lo que las compañías forestales se toman la sostenibilidad de estos espacios como prioridad.

Para González el segundo punto se vincula a la accesibilidad. Antes, cuando investigadores, académicos o incluso miembros de la Dirección General Forestal querían acceder a un lugar específico en el campo o monte esto podía ser una misión imposible. Andrés explica que podía tomarles horas llegar al punto deseado ya sea caminando o a caballo. Ahora, la caminería en gran estado que se ha desarrollado en los predios forestales ha cambiado ese panorama, otorgando gran accesibilidad.

Finalmente, otro aporte importante del sector forestal al campo científico y de la conservación es el de su colaboración con publicaciones. “Muchas empresas forestales grandes han financiado publicaciones que dan a conocer la diversidad en flora y fauna que tiene el país, y así ayudan a aumentar la difusión”. González pone como ejemplo el libro Flora Arbórea del Uruguay: con énfasis en las especies de Rivera y Tacuarembó escrito por Carlos Brussa e Iván Grela, publicado en 2007 y financiado por Cofusa (Urufor). “Se necesita mayor difusión en escuelas y liceos. Se piensa que por ser un país chico no existe gran diversidad, pero no es cierto; tenemos unas tres mil especies de plantas y falta aún muchísimo por conocer.

Hoy en día justamente de lo que más se conoce es de arbustos y árboles, por el libro que menciono”. El propio González se encuentra trabajando actualmente en un libro sobre plantas trepadoras y volubles nativas del Uruguay que incluye más de 200 especies y para el cual también busca financiación.

MÁS VALE CONSERVAR
Descubrir nuevas especies es algo favorable para el país, en primer lugar porque aumenta la diversidad del Uruguay, pero, además, porque es una gran herramienta que favorece la conservación: a más especies descubiertas, más razones para preservar estos espacios. Si es que, adicionalmente, se trata de especies endémicas que solo pueden encontrarse en nuestro territorio, los fundamentos para preservar estos ecosistemas –normalmente amenazados por la urbanización o la conversión del suelo a tierras agropecuarias– son más potentes.

Como parte del área de Gestión de Bosques en la Dirección General Forestal, González fiscaliza los permisos de manejo sostenible del bosque nativo, los cortes o raleos y las denuncias de tala ilegal

Para González la conservación no es una idea hueca. En el caso de los bosques nativos, por ejemplo, su utilidad es vital gracias a todos los beneficios ecosistémicos que brindan. “Lo que sucedió con el río Santa Lucía y su contaminación es algo que ha hecho este tema conocido”, explica. “El bosque juega un papel preponderante en impedir que los sedimentos, fertilizantes y agroquímicos que se utilizan lleguen al curso de agua; los frena”.

Adicionalmente, los bosques nativos evitan la erosión de los márgenes de los cursos de agua, proveen frutos nativos y hongos y también contribuyen al sector turístico. “Ahora, sobre todo en las quebradas del norte y la serranía, es muy común que existan establecimientos turísticos para el avistamiento de aves, mamíferos y para reconocer la flora. Sin los bosques nativos esto sería imposible”, sostiene el ingeniero. González, desde su a veces solitario rincón, promete seguir luchando e investigando por la biodiversidad uruguaya. Se aceptan aliados.

RETOS POR SUPERAR. González cuenta que, como mucho, al año se identifica una nueva especie de planta en el país. “En el caso de la fauna pasa algo parecido; en insectos, por ejemplo, se conocen unas 4 mil especies, pero se calcula que existen 8 o 10 mil. Somos pocas las personas que nos dedicamos a la investigación”, sostiene el agrónomo. Para González, aunque la escala influye hasta cierto punto al compararnos con el resto de la región, contra lo que verdaderamente se debe luchar es el desinterés en temas de conservación. “Últimamente hay más grupos y ONG de conservación; se está encaminando, pero falta mucho”, dice.

DE URUGUAY PARA EL MUNDO. Cada vez que Andrés González tiene una salida al campo lleva su cámara consigo. El inmenso archivo fotográfico lo llevó a crear el blog Flora Nativa y Adventicias de Uruguay: www.floranativadeuruguay.blogspot.com, donde publica fotografías y una clasificación básica de las especies por nombre científico, familia y lugar donde fueron avistadas. Gracias al material publicado, González ya ha colaborado con un libro argentino de malezas y otro que está por publicarse de plantas carnívoras. “Tengo fotos de unas 1.400 especies, casi la mitad de las especies de plantas que suponemos existen en Uruguay”.

Revista Forestal - Montevideo - URUGUAY - 28 diciembre 2018