macri y vazquezArgentina y nosotros

Está por verse en qué medida la grave crisis argentina puede causar efectos económicos en Uruguay, pero parece muy probable que tenga consecuencias políticas, relacionadas ante todo con la definición del voto en las elecciones nacionales del año que viene.

A grandes rasgos, y pese a muy importantes diferencias, en Uruguay se había venido consolidando un relato simplificado que planteaba semejanzas entre las orientaciones “populistas” de los gobiernos del Frente Amplio y los encabezados por Néstor Kirchner y Cristina Fernández, para postular que, aquí como allá, era necesario un cambio de rumbo. En la oposición uruguaya abundaron las expresiones de satisfacción ante la victoria electoral de Mauricio Macri y las políticas que decidió impulsar.

Por lo tanto, es lógico que hoy, ante el descalabro de la situación económica y social en Argentina, muchos frenteamplistas les echen en cara a sus adversarios aquellos entusiasmos y sostengan, de modo más o menos explícito, que un gobierno de blancos y colorados nos llevaría a parecidas desgracias.

El oficialismo local afronta la dificultad de recrear entusiasmos, tras el desgaste de tres períodos consecutivos de gobierno y con un desempeño en el actual que no ha producido demasiados logros nuevos de alto impacto. Su discurso venía intentando apelar, en gran medida, más al temor de perder lo conquistado que a la promesa de grandes avances futuros. En esa línea recibe ahora inesperados refuerzos, e incluso podría apropiarse de una máxima que le gusta repetir a Julio María Sanguinetti (por lo general, para reivindicar sus propias actuaciones como presidente): a veces hay que valorar a los presidentes por lo que evitan más que por lo que hacen.

La frase de Sanguinetti es ingeniosa y tiene bastante de cierto, pero corresponde hacerle un par de acotaciones. En primer lugar, ocurre que, después de haber elegido un curso de acción, la tesis de que cualquier otro habría dado peores resultados puede ser indemostrable (al igual, por supuesto, que la tesis de que habría sido más conveniente hacer otra cosa). Sin embargo, el margen de incertidumbre disminuye cuando hay ejemplos a la vista de lo que pasa, en una realidad muy cercana, cuando se toma un rumbo distinto. En este sentido, y pese a las diferencias entre Argentina y Uruguay, es claro que las ideas e intenciones de la oposición local son bastante parecidas a las de Macri.

La segunda acotación tiene mayor importancia política: buena parte de lo que distingue a Uruguay de Argentina (y de lo que diferenció a la crisis argentina en 2001 de la uruguaya al año siguiente) no se debe a lo que tal o cual presidente hizo o evitó, sino a la construcción social de distintos criterios de convivencia política, que nos hacen a veces más timoratos, pero también más dispuestos a la búsqueda de acuerdos y más civilizados en las contiendas. De esto deberían tomar nota quienes, deslumbrados por las recetas de campaña de algunos aprendices de brujo, apuestan a la difamación, el odio y la grieta.

LA DIARIA - Montevideo - URUGUAY - 01 setiembre 2018