NUEVA FORESTALMucho más que celulosa

Diversificación y valor agregado son dos conceptos que se unen al hablar del futuro del sector forestal en Uruguay. Profesionales de distintas disciplinas trabajan en el desarrollo de conocimientos y estrategias para pensar en nuevos productos madereros. Los caminos que surgen con fuerza son construcción en madera, biorrefinería y transformación mecánica para obtener subproductos.

Fernando Isabella. Director de Planificación de la OPP Gaston Mullin. Integrante del equipo técnico de la Dirección de Planificación de OPP Laura Moya. Arquitecta, docente y especialista en productos forestales María Noel Cabrera. Integrante del área Ingeniería de ProcesosForestales del Instituto de Ingeniería Química dela Facultad de Ingeniería

 

Por Jimena Paseyro
“Es necesario complementar la producción de celulosa con otras cadenas a partir de la madera, como la construcción de casas, la generación de energía o la biorrefinería”, dijo el director de Planificación de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), Fernando Isabella, en su participación del pasado 17 de mayo en el foro Prospectiva en Bioeconomía Forestal al año 2050. En el marco de este evento, la Dirección de Planificación de la OPP presentó un avance del estudio que analiza el presente y futuro de la forestación en el país. El objetivo es elaborar una hoja de ruta para desarrollar el potencial del sector forestal de Uruguay a través de la diversificación en nuevos productos de alto valor agregado.

La OPP trabaja en un estudio cuyo objetivo es elaborar una hoja de ruta para desarrollar el potencial del sector forestal a través de la diversificación en nuevos productos de alto valor agregado

En diálogo con Forestal, Isabella explicó que trabajan en la perspectiva de anticipar procesos tecnológicos, sociales y regulatorios que pueden ser relevantes para el desarrollo de nuevas industrias o productos. “La transformación mecánica de la madera puede ser un complemento a la industria. Puede dar una diversificación importante, a la vez que generar riqueza y mano de obra. Es un camino que necesita políticas a largo plazo”, sostuvo.

Para la elaboración del trabajo de prospectiva, la OPP contrató al Centro Tecnológico finlandés VTT, que se asoció con Uruguay XXI para este proyecto. En el desarrollo de este proceso también participan: Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca; Ministerio de Industria, Energía y Minería; Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente; Oficina de Programación y Políticas Agropecuarias; Laboratorio Tecnológico del Uruguay; Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República, e Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria.

“Trabajamos con profesionales de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República para hacer las primeras estimaciones de costos y rentabilidad de estos productos. Como primera conclusión vimos que en las condiciones uruguayas sería rentable la producción de varios productos de transformación mecánica. Sin embargo, por las características de Uruguay, cuando se empieza a evaluar la demanda uno ve que esto tiene que ser para exportación”, dijo Isabella.

BARRERAS A DERRIBAR
Durante la presentación de mayo, los profesionales que integran el grupo de trabajo de la Facultad de Ingeniería señalaron los principales obstáculos a los que se enfrenta el sector forestal para lograr mayor diversificación y productos de valor agregado. En primer lugar indicaron que la madera local es un material de reciente aparición en Uruguay, por lo que existe escasa tradición en su transformación industrial y en su uso. También mencionaron la problemática de la ubicación geográfica de la madera, alejada de los centros de consumo y, por lo tanto, sin contacto con el consumidor final. Esto conspira contra el desarrollo de mercados tipo nicho. Los mercados internacionales deprimidos desde2007 y la ausencia de un mercado local para productos de construcción con madera también son un freno. Por último, detallaron los puntos flacos del sector, consecuencia de una marcada brecha tecnológica: ausencia de una red de proveedores calificados, limitada innovación tecnológica, escasa diversificación de productos, químicos caros en comparación con competidores, deficiencia de alternativas de transporte para trasladar materia prima y productos, escasa integración entre cadenas de productos y escasa generación de conocimiento local.

Para la elaboración del estudio, la OPP contrató al Centro Tecnológico finlandés VTT, que se asoció con Uruguay XXI. También participan: el MGAP, el MIEM, el Mvotma, la Opypa, el LATU, la Facultad de Ingeniería de la UdelaR y el INIA

A pesar de este contexto, dejaron claro que “el recurso forestal existente podría abastecer a una industria más sofisticada, con mayores resultados en ventas, beneficios y valor agregado […] El desarrollo del mercado local regional para los productos de construcción aparece como una oportunidad”.

PINO A FUTURO CERCANO
Gastón Mullin, integrante del equipo técnico de la Dirección de Planificación de OPP, contó a Forestal que el primer paso fue analizar la disponibilidad de madera para los próximos años: “Actualmente hay más pino del que se está transformando y eso se va a mantener unos años, pero ese superávit quizá no se mantenga en el largo plazo. Si se desarrolla una industria de transformación mecánica, debemos evitar que pase lo contrario y nos enfrentemos a una nueva tensión entre demanda y oferta de madera”.

Forestal tuvo acceso al trabajo presentado en 2017 por el Estudio Faroppa a Uruguay XXI con la finalidad de contribuir a la primera fase del estudio liderado por la OPP. Allí se explica: “La plantación de pinos ha ido disminuyendo paulatinamente hasta ser de muy poca importancia en los años recientes, sin embargo, lo plantado con anterioridad asegura una disponibilidad muy importante durante los próximos 20 años, con picos de volumen muy grandes en el futuro cercano. Un promedio de disponibilidad anual de madera superior a los tres millones de metros cúbicos supera ampliamente la capacidad industrial instalada del Uruguay, incluso con el rol que está cumpliendo la exportación de madera […] Para procesar la totalidad de la madera disponible haría falta que se generen una serie de proyectos industriales que consuman madera de esta especie”.

Una de las conclusiones a las que llegaron los ingenieros involucrados en el trabajo de la OPP es que “la expansión global de la construcción con madera demanda productos de alto valor agregado, fundamentalmente de coníferas. Por lo tanto, el recurso forestal de pino es la base para sustentar ese mercado potencial, al menos en el mediano plazo”.

“Estamos tratando de valorizar la madera de pino porque está ahí y nos mata cuando se va en rolos por el puerto”, confesó a Forestal María Noel Cabrera, integrante del área de Ingeniería de Procesos Forestales del Instituto de Ingeniería Química de la Facultad de Ingeniería que colabora con el estudio de la OPP. El objetivo inicial de este grupo era enfocarse en la celulosa, pero se dieron cuenta de que “la madera no es solo producción de celulosa. Nuestro trabajo se centra en valorizar la madera con otros usos, no queremos que Uruguay sea un país productor únicamente de eucalipto y de celulosa. Queremos que eso se produzca en un abanico de opciones”.

HACIA LA BIOECONOMÍA FORESTAL
Para Cabrera, el sector forestal está en condiciones de poner en marcha proyectos que generen nuevos productos de valor agregado. “Lo que se puede hacer ya es la ingeniería en madera. Hace falta encontrar las condiciones para traer esa industria, a la vez que es necesario desarrollar el consumo, las capacidades y el conocimiento local. Es un juego de creación de números. Hace cinco años no conocía la palabra bioeconomía y ahora la veo en todos lados; el mundo se mueve en ese sentido”, aseguró.

Por su parte, Mullin sostuvo que “la construcción en madera, la biorrefinería y la bioenergía, en la lógica de cambio climático, pueden hacer que el aporte del país a la reducción de gases de efecto invernadero sea mayor. De hecho, el sector forestal ha generado parte del cambio positivo del país por la modificación del uso del suelo”.

La transformación mecánica de la madera se vincula a otras áreas de la bioeconomía, dado que los residuos de esta etapa se pueden utilizar en la producción de bioenergía, fabricación de celulosa y biorrefinería.

Una de las conclusiones a las que llega el estudio de la OPP, con el aporte técnico de la Facultad de Ingeniería de la UdelaR, es que los productos de Ingeniería de la Madera (EWP), tales como madera contralaminada, madera laminada encolada y vigas LVL, son los que mejores resultados económicos generan. Actualmente, estos productos se fabrican para mercados de nicho que potencialmente se pueden transformar en centrales.

Forestal accedió al primer informe del estudio de la OPP (aún en etapa de revisión),  denominado Mapeo de áreas clave de bioeconomía forestal en el mundo. Allí se menciona que “la industria de transformación mecánica es madura y las innovaciones en este campo suelen ser incrementales, por lo cual se vuelve más importante la habilidad de adoptar rápidamente soluciones desarrolladas en otros países”. El informe también hace hincapié en la necesidad de fortalecer la demanda de productos de madera, por ejemplo en la construcción, para inducir al desarrollo de la industria de transformación mecánica en Uruguay.

UN CAMBIO DE CABEZA
Los beneficios del uso de la madera como sistema de construcción son diversos, aunque poco conocidos: “Desde la perspectiva del cuidado del medioambiente, la madera desde su producción hasta la disposición final de sus desechos, es más inocuo que el de otros materiales como el acero o el hormigón. Tiene además características relacionadas con la trabajabilidad y practicidad que lo convierten en un material atractivo para la construcción. Pero en Uruguay no estamos familiarizados con esa tecnología”, explicó a Forestal la arquitecta, docente de la Facultad de Arquitectura de la Universidad ORT y especialista en productos forestales, Laura Moya.

Un comité de trabajo integrado por la UdelaR, la Universidad ORT y el LATU –con el apoyo financiero de la Dirección Nacional de Industrias– se dedica a generar normas UNIT que permitan clasificar la madera para su uso en construcción

“Estamos limitados en lo que es construcción en madera por aspectos normativos y culturales. Tenemos las maderas pero hay que perfeccionar el conocimiento. Ingenieros y arquitectos que sepan construir en madera hay pocos”. De esta manera, María Noel Cabrera resume las diversas aristas que deben ser contempladas a la hora de hablar de construcción de madera en Uruguay.

En el mismo sentido se expresó Moya: “Surge el interés de usar madera que está pronta para ser cosechada, fundamentalmente la de Pinus elliottii y P. taeda, y Eucalyptus grandis, pero tenemos que transformarla, conocer sus propiedades y sus características estructurales para poder emplearla en construcción”. Uno de los principales frenos para extender el uso de la madera en el sector de la construcción es el “desconocimiento del material por parte de los profesionales involucrados en el diseño y la construcción. La escasez de productos de madera nacionales con especificaciones técnicas conocidas y la falta de normativa son barreras adicionales. Hay intendencias que prohíben el uso de madera como elemento estructural en la construcción”, apuntó.

Para Moya y Cabrera el problema radica en el temor que genera la madera ante un posible incendio. No obstante, ambas coinciden en que es un asunto perimido en el mundo. Moya pone sobre la mesa otros de los puntos flacos que presenta la madera como material de construcción actualmente: “Tenemos pocos materiales con especificaciones técnicas en Uruguay.

A quienes nos dedicamos a la construcción nos interesan las propiedades estructurales del material, pero la madera nacional no cuenta con certificación de aptitud estructural. Una cosa es la certificación de bosques, algo que está muy bien hecho acá, pero la tabla de madera que se usa en construcción no tiene certificación. ¿Qué se necesita? Una certificación que diga: esta tabla de madera tiene estas propiedades resistentes, elásticas, esta densidad; fue secada y tiene un contenido de humedad tal y cual; es una madera que está cepillada, calibrada, con todas sus dimensiones parejitas”. Es decir que la madera nacional no es estructural no porque no lo sea, sino porque no se clasifica.

Esta barrera parece ser aún mayor si se tiene en cuenta que desde hace unos cuatro años se encuentra en el mercado local madera certificada importada proveniente de Estados Unidos y Chile. “Un arquitecto o ingeniero ¿va a comprar una madera de la que conoce sus propiedades versus una de la que no conoce nada aunque sea nacional? No, yo voy a ir por lo que conozco porque hay una responsabilidad técnica. La madera importada hace un tiempo era significativamente más cara que la nacional, pero ahora no. En la medida en que sepamos que el material tiene que ser certificado, los aserraderos van a tener que clasificar la madera y asociarla con propiedades estructurales, y después comercializar. Ahí viene la formación, la educación”, opinó Moya.

A pesar de este contexto, los usuarios finales y los arquitectos e ingenieros empiezan a pedir que la construcción se realice en materiales “innovadores”, porque los tiempos de ejecución se reducen significativamente. Una casa de 70 m2 construida con sistema tradicional insume unos seis meses, mientras que una vivienda con tecnología de madera (una vez construido el cimiento) lleva un mes y medio.

Con el objetivo de comenzar a cambiar esta realidad, profesionales de la Facultad de Ingeniería de la UdelaR, de la Universidad ORT y el LATU –con el apoyo financiero de la Dirección Nacional de Industrias– crearon un comité de trabajo para generar normas UNIT que permitan clasificar la madera. Recientemente fue aprobada la norma UNIT 1261:2018, que lleva el título “Madera aserrada de uso estructural – Clasificación visual – Madera de pino taeda y pino ellioti”.

Moya es una de las integrantes del comité y explicó que “recientemente se aprobaron dos normas. La primera, UNIT 1261, para Pinus elliottii y P. taeda, que establece dos clases estructurales: EC0 y EC1 (estructural conífera 0 y 1). La segunda, UNIT 1262, para Eucalyptus grandis, establece una sola clase estructural: EF1 (estructural frondosa 1). Ahora los aserraderos pueden clasificar la madera, para lo cual deberán entrenar a sus operarios y posteriormente estampar un sello que indique la clase estructural de la pieza de madera. En un futuro, el aserradero podrá lograr la certificación de la madera, esto es, que una agencia o laboratorio extraiga muestras periódicas de la producción, las caracterice y finalmente certifique la madera. Desde la perspectiva del consumidor, el proceso de elección es muy simple: el sello indica la clase estructural de la madera, y por tanto la relaciona con las propiedades estructurales de la pieza”.

LA BIORREFINERÍA EN EL HORIZONTE LEJANO
El informe preliminar de la OPP indica que “la biorrefinería y el desarrollo de nuevos bioproductos diversifica e incrementa la eficiencia en el uso de la madera en el sector como un todo, por lo que contribuye a la sustentabilidad de las actividades. El objetivo es utilizar la biomasa forestal como materia prima de forma integral para una selección de productos. Los productos actuales y avizorados que resultan de la biorrefinería incluyen productos tradicionales y nuevos; estos últimos pueden ser sustitutos de productos realizados en base a otros materiales”.

En el sector forestal uruguayo, el valor agregado y la diversificación se conseguirían a través de productos para el sistema de construcción en madera en el corto plazo y de la biorrefinería en un futuro más lejano

Cabrera es clara al referirse a la posibilidad de desarrollar proyectos de biorrefinería: “Hoy en el mundo está en fase de laboratorio, hay algunas cosas comerciales pero está muy verde. Nosotros también estamos en la fase laboratorio de algunos productos. Estamos tratando de darle utilidad a los residuos industriales de eucalipto. Para que la biorrefinería avance tienen que cerrar los números. Implica hacer una inversión y lo que no está resuelto a nivel internacional es la tecnología para hacer esa inversión. A nosotros como país nos independizaría del petróleo. Ahora estamos trabajando en producir film para sustituir los plásticos. Eso implicaría ahorrar en bolsas, pero necesitás un material barato, de poca masa y mucha resistencia, y la petroquímica viene ganando ese terreno. Creo que biorrefinería se va a dar más hacia 2030”.

Desde la OPP existe la misma visión respecto a la biorrefinería. Mullin aseguró “casi todo lo que se hace hoy sobre biorrefinería está en escala de laboratorio y le queda unos años para estar en escala industrial y ser rentable. La materia prima está presente en el país, por lo que si hay un camino a la biorrefinería hay que aprovecharlo. Más teniendo en cuenta que Uruguay es importador de petróleo”.

Desarrollo de conocimiento local. La Universidad de la República y la Universidad ORT lanzaron en conjunto un diploma de Especialización en diseño, cálculo y construcción de estructuras de madera. La primera edición de este diploma comenzó en agosto en 2018 y tiene una duración de dos semestres. Está dirigido a arquitectos, ingenieros civiles, ingenieros agrónomos con especialización forestal, ingenieros mecánicos e ingenieros industriales. Se trata de un título de postgrado que brinda las herramientas para diseñar, calcular y construir estructuras de madera. Gracias a un convenio de movilidad aprobado entre ambas instituciones, algunas materias son dictadas en la Facultad de Arquitectura de la Universidad ORT Uruguay y otras en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República. La coordinadora académica del postgrado es la arquitecta Laura Moya, de la Universidad ORT.

Revista Forestal - Montevideo - URUGUAY - 06 setiembre 2018