repapel educacionA partir del reciclaje en la escuela, Repapel promueve la educación ambiental integral

Con distintos proyectos se trabaja en un cambio de hábitos de consumo.

A los seis años no es fácil comprender el proceso de forestación o los riesgos de una fábrica de celulosa para el ambiente; sin embargo, los niños de primer año de la escuela 249 de Malvín Norte pueden explicar a la perfección el ciclo de vida del papel y no dudaron en asumir el desafío de ser la clase referente de toda la escuela y participar en el proyecto de la organización social Repapel. Los niños son los encargados de recolectar y clasificar el papel usado para darle otra vida; en este marco, una de las actividades que hicieron fue un taller en el que, junto con sus padres, elaboraron moldes y hojas de papel reciclado.

Las caras de desagrado cuando vieron la pulpa de papel en la licuadora pasaron a ser expresiones de sorpresa y sonrisas cuando sobre el bastidor quedó armada una hoja. Ser parte del proceso de reciclaje sirve de motivación para que los más pequeños se sensibilicen con la idea de reducir, reutilizar y reciclar.

Repapel tiene un programa básico para las escuelas, que comienza en febrero y continúa hasta octubre, y se repite año a año. El primer encuentro, según explicó a la diaria María Cecilia Laporta, referente de la organización, es con los maestros y demás referentes de las instituciones, con quienes se organiza un taller de formación en el que además de explicarles nociones básicas del cuidado del medioambiente se presentan nuevas herramientas para trabajar: este año fueron cómics, pero el año pasado presentaron el tema a través de la creación musical. Más adelante en el año, Repapel se encarga de hacer una recorrida inicial por todas las escuelas que formen parte del programa, y les facilitan contenedores, bolsas, afiches y otros materiales para que comiencen a organizar el acopio de papel. Luego comienza la ronda de talleres con los niños y sus maestras sobre reciclaje, donde ponen manos en la pulpa y ven con sus propios ojos el proceso de cambio. Últimamente decidieron invitar también a los padres, porque “es importante que ellos también participen, no sólo tienen que cargar los niños con este peso”, comentó a la diaria Agustina Araujo, una de las talleristas de la organización.

Repapel trabaja con 60 escuelas y tiene presencia en varios departamentos del país. Con sus programas ha llegado a recolectar 670.000 kilos de papel por año para reciclar y sensibilizar tanto a niños como a adultos, mediante más de 135 talleres y capacitaciones en educación ambiental y otras actividades como proyectos itinerantes o concursos. Asimismo, a las escuelas que participan en el programa se les devuelve su esfuerzo. Laporta explicó que desde Repapel consideran fundamental que los niños puedan ver en materiales tangibles el resultado de su trabajo recolector y clasificador durante todo el año, que logren apropiarse de la idea de que “su papel puede ser útil”, no sólo por lo que puedan juntar, sino también por el rol que cumplen en el proceso. Por eso, en base a lo acumulado cada escuela recibe cuadernos, cartulinas, resmas de papel y rollos de papel sanitario, entre otros productos.

El trabajo antes del taller fue muy importante: comenzaron clasificando los papeles que usaban en la clase y la maestra de primero, Myriam Caraballo, logró incorporar, por medio del tema del cuidado del medio ambiente, varios puntos del programa curricular de lengua, ciencias naturales y sociales e historia. De todas formas, aseguró que “muchas veces se relacionan temas que no son de primero; he trabajado con aspectos que son de cuarto año, por ejemplo. El cuidado del ambiente es un tema muy amplio y no hay que limitarse”. En esta línea también opinó Laporta, quien aseguró que es “muy gratificante”cuando los niños logran trabajar otros contenidos usando estos temas como excusa.

El trabajo previo al taller comenzó en las casas de los niños: durante todo un fin de semana los padres debieron cortar papel y dejarlo en remojo en agua. Entre todos los que colaboraron lograron completar cuatro bidones de seis litros cada uno y luego, esa pasta que se formó fue la pulpa con la que trabajaron. Para la representante de Repapel, el trabajo de los padres también es muy importante, y mencionó que hay localidades del interior donde son los adultos quienes se encargan de la recolección y de traer el papel a Montevideo para reciclarlo.

Durante el taller padres e hijos se dividieron en dos equipos: uno hizo hojas y el otro figuras para pintar. Los primeros debieron poner manos a la batea: con sus túnicas remangadas mezclaron la pulpa con más agua. “Qué raro, ¡está blando!”, comentó un niño. Sumergieron el bastidor, –“es como pescar la celulosa”, bromeó Lucía Curti, la otra tallerista que estaba en la clase de primero–, y sacaron y dejaron escurrir el agua. “¡No para de llover!”, le gritó un niño a otro compañero. Después, cuando el papel dejó de escurrir, lo traspasaron a una tela de algodón y allí lo dejaron secar. Todos los pasos los hicieron solos; la única ayuda era para recordarles que hay que ser pacientes, porque estaban tan entusiasmados con sus creaciones que querían escribir sobre las hojas antes de que estuvieran prontas.

La otra actividad también llamaba mucho la atención. Con la pulpa un poco más sólida debían rellenar distintos moldes de animales que cuando se secaban se convertían en figuras con un efecto parecido a la cerámica, por lo que podrían pintarlos con el material que quisieran. Muchas veces, se llevan las tareas a sus casas, las pintan con sus padres y siguen generando actividades vinculadas con la temática, comentaron las talleristas.

Para Laporta, en los 15 años de trabajo de Repapel se han generado muchas herramientas para simplificar el proceso de reciclaje en las escuelas, pero resaltó que el trabajo de los centros educativos “implica un gran aporte, tanto de los alumnos como de los maestros, porque hay que generar hábitos semanales, que los grupos referentes pasen por las clases y clasifiquen; Repapel no hace todo, la escuela tiene que ponerle el cuerpo al reciclaje”. Asimismo, señaló que “lo principal de estos 15 años de historia es la construcción de redes, entre escuelas, entre docentes, y también a nivel de las empresas y los trabajadores. Es poder apoyar y ser soporte de todas las personas que en sus instituciones promueven el programa, se lo ponen al hombro, contagian la energía y la buena onda promoviendo el cambio de hábitos y dando lugar a la transformación del residuo en valor”.

LA DIARIA - Montevideo - URUGUAY - 28 junio 2018