AGROproductoresY el agro se cansó

El agro se cansó de años de atraso cambiario institucional creado para frenar una inflación fogoneada por un exceso de gasto público improductivo. De impuestos a la tierra cada vez más altos (que se han vuelto pesadísimos porque los impuestos no se pagan con capital sino con renta; una hectárea que vale US$ 3.000 genera una renta hoy de unos US$ 70 y de allí hay que pagar casi US$ 10 de impuestos fijos como contribuciones e ICIR, más los impuestos a la renta, aportes patronales y suma y sigue).

Se cansó de tarifas públicas y costos de la energía por las nubes; de caminos y carreteras en mal estado; de subas salariales por decreto sin relación con la productividad o la marcha de los negocios; de formularios, permisos y papeleos burocráticos e inútiles. Se cansó de mentiras como el “gasoil productivo” de la primera campaña del FA o el “no más impuestos” de la última.

Las gremiales buscaron siempre el diálogo más allá de lo razonable con resultados muy negativos; la última cachetada fue la negativa del presidente Vázquez a conceder una entrevista y pasarla con desprecio para el día del arquero.

Claro, era difícil poner la cara después de prometer baja de tarifas cuando venía una suba a los pocos días. No va más. Así que el agro se va a movilizar y con razón. Se movilizaron los judiciales en defensa de su derecho surgido de un error estúpido del gobierno de Mujica; se movilizaron los cincuentones en defensa de aportes que el sistema les birló; se movilizan los trabajadores del PIT-CNT a cada rato pidiendo salarios, condiciones laborales o en defensa del despido de cualquiera.

En el agro hay miles de pequeños productores rurales que tienen derecho a vivir dignamente de su esfuerzo y vocación sobre un pedazo de tierra. Hay que ser muy necio para no entender que a la sociedad le sirve y mucho que esa gente se quede donde está, sin pedir nada a nadie y criando las próximas generaciones con respeto y ética del trabajo.

Esos productores hoy no llegan a fin de mes con ingresos ni parecidos a la mitad de un sueldo de un funcionario público de bajo nivel (para lo cual ellos pagan lotes de impuestos) y se están endeudando o pensando irse del campo. Los números en el agro dicen que a los productores no les queda nada, solo su esfuerzo y el riesgo de perder hasta las ganas de comer.

Tienen derechos y tienen derecho a reclamar; son productores de manos grandes y callosas y caras curtidas por el sol los que van a marchar sobre Montevideo a pedir soluciones frente al Parlamento y la casa de gobierno. Otros cortarán suministros usando su legítimo derecho de no vender, equivalente al derecho del trabajador de hacer huelga y no trabajar.

Esos productores tienen apego a la ley y por eso no quieren cortar rutas como hicieron sus colegas argentinos contra el decreto 125 que les subía las detracciones a niveles confiscatorios. Pero van a movilizarse sí o sí porque no queda nada más que hablar.

Los saludo de pie y deseo que tengan la fuerza y perseverancia necesarias para no detenerse hasta lograr resultados que le servirán al país entero.

Por último, un pensamiento para la situación del ministro Aguerre. Ningún ministro de ningún gobierno debe tolerar que se discutan en el gabinete asuntos de su sector sin su presencia y opinión respetada. Cuando se creó el ICIR, el ministro Aguerre no participó, dijo no estar de acuerdo pero firmó el decreto reglamentario; así perdió el respeto del gabinete y de los productores.

Debió irse antes de firmar, en un claro gesto de dignidad y defensa de los intereses de su sector, como se fue el excelente ministro Roberto Vázquez Platero en el primer gobierno de Sanguinetti porque no compartía el decreto para prohibir la exportación de cueros que pedía el presidente.

Ahora, con todo respeto, opino que el ministro debe renunciar, no por dar un gesto de apoyo al sector porque ese tren ya lo perdió, sino para dar lugar al nombramiento de un nuevo ministro que sea respetado por el agro y pueda, con autoridad, negociar una salida a la crisis que tenemos instalada

Diario EL OBSERVADOR - Montevideo - URUGUAY - 12 enero 2018