UPM Se cumplen 10 años del comienzo del funcionamiento de la planta BOTNIA-UPM

Momento de reflexión

Tenemos toda una vida en Mercedes.  Si algo caracteriza a nuestra coqueta del Hum es su río, sus parques, su rambla, su isla, sus plazas e iglesias.  Pero históricamente teníamos algo muy peculiar que por décadas -desde que tuvimos uso de razón hasta no hace tantos años- era una sirena que toda la ciudad escuchaba varias veces cada ocho horas, y un olor que de tanto solía invadir la ciudad, olor que en otras latitudes era llamado el olor del dinero.

Una industria que era reflejo de la histórica industria uruguaya.  Con limitaciones tanto en lo ambiental como la limitada automatización.  Aun así, tanto criollos como inmigrantes se ingeniaban en separar la celulosa que la naturaleza tan sabiamente integró en el reino vegetal.  Primero de paja de trigo o lino, luego de madera.  Álamos, pinos, y más tarde eucaliptus. 

Eran nuestros vecinos y amigos de la papelera Mercedes, desde Montevideo el empuje inversor de empresarios como Strauch, Calo y Diena, inmigrantes como Cantoni padre e hijo, Vuan, Blanco y familias criollas como los Aguerre, los Tórtore o los Arroyo para nombrar algunos. Era una escala propia de la industria nacional.  Cocinar madera en viejos autoclaves italianos, madera descortezada y chipeada casi a mano, y un licor que volvía a un río que ni se enteraba y tampoco conocía de algas, era nuestra escuela de natación y pesca.

Por esos años, además de pelear por un ingenio azucarero, por la represa de Palmar, por la ruta 14 o por los puentes internacionales, estaba siempre latente la opción de progreso que significaba el desarrollo forestal y su natural industrialización en una planta de celulosa.

Los suelos arenosos de los Arrayanes dieron la señal -junto a muchos otros intentos- junto al emprendedurismo de Chifflet que el eucaliptus era una especie a tener en cuenta, sumado en la zona a los esfuerzos de Pamer tanto en Bequeló com en Portón Haedo.

Iniciativas que se repetían en el resto del país, y que cuajaron en el formidable plan forestal de la CIDE, esa movida histórica donde Wilson Ferreira, Azzini, Faroppa y los jóvenes Iglesias, Davrieux, Astori, Terra y Couriel entre otros investigaban cuanta disciplina fuera posible para sacar a un Uruguay del estancamiento de la posguerra.  Plan forestal que naturalmente tenía su correlato industrial, tanto en celulosa, papel como madera sólida.  Ley forestal del 68, un ajuste poco exitoso durante la dictadura y finalmente la reforma a la ley en el 87. 

Aun así, ya por los 80 a partir de los pocos montes que se habían implantado, Otegui realiza las primeras exportaciones de rolos. 

Luego historia conocida.  Ence, Shell, UPM Kymmene, Weyerhaeuser confían en Uruguay. 

Un recuerdo a Pepe García De León, que desde Forestal Oriental sentó las bases de la genética forestal uruguaya que hoy es un éxito en los mercados más exigentes.  No solo fueron montes de altos rendimientos -superando los errores iniciales como el fracaso del Globulus en el litoral- sino una celulosa de alta calidad que se vende en mercados más exigentes del mundo, llevando tecnología y conocimiento uruguayo. Y luego casi historia reciente. 

Primero Ence con su terminal, y luegos sus idas y vueltas. Otro día Shell decide salir de Forestal Oriental, UPM que era socio minoritario, toma la iniciativa  a través de Botnia y sus socios cooperativos finlandeses arrancando un proyecto casi en silencio. 

Desde nuestro Bosques&Desarrollo y luego este Servicio de Prensa fuimos testigos privilegiados. Estuvimos en Fray Bentos en las primeras reuniones públicas en el Club Oriental, octubre de 2003. Visitamos Finlandia.  Luego de un proceso donde supimos de calladas idas y vueltas, tanto en DINAMA como en el Ministerio de Economía y el uso novedoso de zonas francas para la industria exportadora, tuvimos finalmente las autorizaciones para la segunda planta que terminó siendo la primera. Inicio de obras donde acompañamos en la vieja cancha forestal donde se instalaron los primeros finlandeses allá por principios del 2005. 

Luego el fundamentalismo ecologista más retrógrado que se pudiera imaginar, a falta de eco local se dedicó a buscar apoyos en el demagogo caudillismo político peronista de Gualeguaychú. La mayor agresión al Uruguay desde su vida independiente, incluyendo bloqueo y un caso en La Haya.

Así hace exactamente diez años, justamente en Mercedes el Vicepresidente Nin siguiendo instrucciones del Presidente Vázquez anuncia la autorización de la puesta en marcha de la novel fábrica fraybentina.  Jóvenes uruguayos, unos pocos más veteranos, unos finlandeses y muchos jóvenes casi adolescentes hijos de nuestra educación pública.  Al poco tiempo, récord de puesta en marcha, excelente desempeño ambiental que liquidó de plano los disparatados pronósticos catastrofistas. 

Una década que pasó como un suspiro.

Ya casi no hay finlandeses, los jóvenes ya son padres y madres construyendo su futuro, otros más jóvenes se han incorporado y hasta un Centro de Investigación de alta tecnología, posgrados de la Udelar con Finlandia y una Universidad Tecnológica en Fray Bentos prepara a las nuevas generaciones.  

Súmese a un aporte energético renovable que fue particularmente útil en las crónicas sequías de hace unos años ahorrando millones de dólares en petróleo al país, producción de químicos centenares de nuevas Pymes que se consolidan en la cadena, y una cadena forestal que supo capear la crisis de Lehman Brother por la competitividad lograda. 

Dicho sea de paso, en la previa, cuando no había industria en el país, pequeños ahorristas terminaron en bancarrota por el fracaso de fondos forestales jugados a exportar rolos. 

Quedó claro que sin industria en el país -y eso se llama celulosa, a no darle vueltas con eufemismos papeleros o de robles carpinteros-, el sector forestal es inviable.

Lo que los visionarios de la CIDE se planteaban se consolidó.  Incorporar un rubro exportable, con instrumentos adecuados de promoción para compensar la mejor competitividad brasilera, una economía que del monocultivo ganadero se diversificó, y un producto de calidad que ingresa a un mercado cada vez más demandado, todo sustentado en un país que ofrece una estabilidad política y jurídica poco común, y donde las políticas de Estado trascienden administraciones y políticos.

Y esa década con más de diez millones de toneladas, más un segundo proyecto que se consolidó, hoy se consolida reinvirtiendo en el país todas sus ganancias, derramando oportunidades en el interior profundo y volviendo a las fuentes: educación, investigación, ferrocarriles, puertos, carreteras, líneas y usinas eléctricas, vías navegables, el viejo y permanente concepto de desarrollo..

Más allá que las formalidades empresariales nos inviten a la prudencia y a esperar la consolidación de las próximas etapas, esto nos resulta un déjà vu. Cuando a un finlandés se le presenta un alce o un invasor ruso, no habla, hace lo que tiene que hacer y una vez que dio el primer paso, luego no duda.  En 1940, cuando Finlandia padecía la agresión rusa, Uruguay apoyó la gesta de la resistencia finesa.  Junto a esta década industrial Finlandia celebrará su centenario independiente.  Hace más de una década, Finlandia aparecía como un socio a la medida de Uruguay.  Un verdadero ganar ganar, de los cuales nos llena de orgullo poder acompañar.


El resto, el resto es silencio.

El Editor Jefe Jorge Balseiro Savio