nario alejandro PresidenciaMVOTMA presentó políticas para proteger el medioambiente de actividades agropecuarias

“No es que los productores tengan una tendencia a no cuidar, sino que no lo tienen contemplado en su lógica y conocimiento, y por eso buscamos herramientas para que les sea más fácil el diagnóstico”, explicó, de entrada, el director nacional de Medio Ambiente, Alejandro Nario, ayer, durante la presentación de una serie de políticas que impulsa el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA) para disminuir el impacto de la producción agropecuaria sobre el ambiente.

La presión sobre los sistemas naturales, la fragmentación de los hábitats, la pérdida de biodiversidad, el deterioro de la calidad del agua, la pérdida de recursos genéticos y la erosión del suelo son algunas de las consecuencias de la actividad agropecuaria.

Desde hace unos años, la cartera concluyó que la “no consideración de aspectos ambientales terminará afectando la actividad productiva”; por ese motivo, dispuso cinco herramientas para la mejora de los procesos en diferentes sectores agroindustriales: tambos, engorde a corral, forestación, áreas protegidas y zonas de amortiguación.

“Uruguay está en un punto de inflexión y necesita cambiar cosas sustantivas para poder proyectarse hacia adelante”, afirmó Nario, quien sostuvo que esto implicará “poner límites a algunas capacidades productivas”.

Tambos
Algunas consecuencias de la producción en tambos son los residuos sólidos, los efluentes y las emisiones de carbono, que afectan tanto las aguas superficiales como subterráneas, el suelo y la calidad del aire. En este caso, las posibles soluciones tienen que ver con la identificación de sujetos a controlar y la implementación de modalidades de control; además de la mejora de la eficiencia y la eficacia de esas herramientas. Por ahora, se están controlando 7.000 sujetos, y para 2020 se prevé que la cifra aumente a 10.000.

Además, se publicó un manual para la gestión de efluentes, la separación de sólidos, de estiércol y lagunas de almacenamiento; por otro lado, se especificó un control biológico para limpiar el agua y utilizarla luego en tareas como la limpieza. También se tuvo en cuenta el balance de nutrientes en el alimento de las vacas para reutilizar su excremento como fertilizante o, en todo caso, procurar que no afecte la calidad del suelo.

Áreas protegidas
Las áreas protegidas ocupan 184.000 hectáreas en Uruguay. Dado que en la mayor parte de esos territorios viven y producen personas, el enfoque propuesto por el MVOTMA fue el de estimular la ganadería sobre pastizales naturales. Para este propósito se elaboraron cinco guías de “buenas prácticas”, una de ellas de carácter general y las otras respecto de algunas zonas o áreas protegidas. Este año, se abarcaron las lagunas costeras –fundamentalmente la de Rocha–, el litoral, en un acuerdo de la Dirección Nacional de Medio Ambiente, la Asociación de Fomento Rural de San Javier, y las quebradas del norte, para “vincular el programa de protección de pastizales con el desarrollo de planes prediales de producción ganadera”, explicó Nario.

Engorde de corral
Un decreto de 2010 exigió los registros de los establecimientos de engorde de corral y, después de algunas actualizaciones, se elaboraron también guías de buenas prácticas ambientales y sanitarias del sistema de engorde de bovinos en corral. Algunas de las propuestas fueron la utilización de los residuos sólidos y aguas residuales de origen orgánico con fines agronómicos, criterios para el abandono y seguimiento ambiental y recomendaciones para un protocolo de monitoreo sanitario.

Forestal
En cuanto al sector forestal –que contempla la fase primaria agraria, la fase secundaria industrial, la logística y el transporte–, el impacto más claro es el aumento de riesgo de invasión de especies, la disminución de escurrimiento de agua en la cuenca, la afectación de propiedades del suelo, lo que limita y condiciona su uso, la pérdida y fragmentación de ecosistemas naturales y la afectación de valores culturales y patrimoniales.

Según datos de 2013, hay un millón de hectáreas efectivas plantadas en el país. Estas plantaciones corren el riesgo de generar erosión mediante el manejo inadecuado de productos químicos, residuos sólidos peligrosos, emisión de material particulado y el tránsito inducido. A raíz de esto, se propuso en 2016 una guía de pautas para la gestión ambiental forestal y en 2017 una intimación a las principales empresas del sector para que presenten planes de gestión ambiental y forestal por unidad de cuenca.

Zonas de amortiguación
Las zonas de amortiguación constituyen una franja de monte nativo que se planta en el perímetro de los cuerpos de agua, que actúa como retén de los líquidos más contaminantes, como el fósforo. En una unidad de producción, el nivel de pérdidas depende principalmente de la geomorfología del terreno y de la velocidad de infiltración de las partículas. En 2015 se hizo el primer plan en la Laguna del Sauce y la cuenca del Santa Lucía, y se estableció la prohibición de actividades que modifiquen esa zona; el control se coordinó con el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca.

La principal limitación en este aspecto es la desactualización de los datos de catastro. De acuerdo a la información del MVOTMA, de los 2.800 padrones en actividad, 11,5% representan problemas. Así, los desafíos para adelante consisten en profundizar la cobertura de áreas de amortiguación en cuerpos de menor nivel, profundizar el control y sensibilizar al productor sobre la importancia de las zonas de amortiguación.

LA DIARIA - Montevideo - URUGUAY - 18 octubre 2017