VALENTIMasa crítica

En un tiempo de cambios acelerados, de escenarios políticos, económicos, productivos e incluso demográficos cada día más complejos, hay que preguntarse ¿qué ventajas podría tener nuestro país para afrontar con relativo éxito esta nueva situación en plena ebullición.


Por Esteban Valenti (*)
No hay dudas que un buen gobierno, progresista en todo el sentido de la palabra, honesto y transparente, con claras prioridades sociales y culturales, con un sentido crítico permanente para afrontar los problemas profundos que emergieron en la sociedad uruguaya es fundamental. Cada uno tendrá su propia visión sobre este gobierno.

 

Sin duda es un gobierno que escucha la sociedad y que no flota en la realidad, que tiene claro que hay que transformarla y para eso necesita apelar a todas las fuerzas y capacidades de la nación. Capacidades naturales, territoriales, poblacionales, sociales, culturales, intelectuales, educativas incluso deportivas.

Pero hay cosas que no son tan obvias, sobre todo para el futuro, que ya estamos viviendo, es el potencial intelectual, técnico que relacionado con la política debe convocar el país para afrontar estos tiempos turbulentos.

No son turbulentos por la realidad internacional o regional, también por la emergencia de procesos que tienen su historia en el país pero que ocupan espacios muy diferentes al pasado, por ejemplo la violencia y la delincuencia o para ser positivos la cultura del trabajo bien hecho y de la solidaridad social en el más amplio sentido de la palabra que incluya concretamente pero culturalmente una redistribución de la riqueza, no solo hacia los más pobres sino con un sentido mucho más eficaz y sobre todo democrático.

Uruguay está en condiciones, debe estar en condiciones de dar un gran salto, un nuevo cambio de confianza y de grandes objetivos que no pueden limitarse - por importante que sea - a una nueva planta de celulosa. Las declaraciones de Negroponte en el décimo aniversario del Plan Ceibal, pero muchas otras pequeñas señales muestran esas necesidades y condiciones para una nueva etapa.

Todo lo hacen los seres humanos, lo bueno, lo mejor, lo mediocre o lo desastroso incluso en su relación con la naturaleza, ya ni siquiera las más antiguas religiones incluyen la explicación de nuestras plagas y de nuestros triunfos en la obra de ningún dios. Son nuestra directa responsabilidad.

Hoy me voy a referir a un aspecto que considero de vital importancia: la necesidad de formar, de convocar, de darle un marco institucional muy plural y amplio a lo más representativo de nuestra intelectualidad, de la academia, para encarar ciertos temas claves para el país. Claves y urgentes.

Es cierto tenemos una tendencia a convocar debates que pueden resultar infructuosos e interminables y a justificar cierta desconfianza y cierto apego "ejecutivo", sobre todo considerando el manejo del tiempo por los uruguayos. Pero esta idea, que he visto manejada por diversos actores no tiene ningún intención de tirar los problemas hacia adelante, para que sean revolcados en el foro, al contrario, derivan de la urgencia de creatividad, de nivel profesional y técnico y de hacerlo junto y con, la política en un sentido muy amplio. No creo en los gobiernos técnicos o asexuados. No existen.

Necesitamos construir rápidamente una masa crítica intelectual-política para afrontar los problemas más importantes del país.

Comencemos por el aspecto político-jurídico-institucional. La reforma constitucional como una coartada para explicar errores, limitaciones y ausencias programáticas no creo en absoluto que sea el camino posible y conveniente. ¿Pero eso limita toda posibilidad de cambios integrales que fortalezcan la democracia, su funcionamiento, los partidos y su transparencia y su solidez democrática, sus relaciones con la sociedad y la relación entre el Estado y el conjunto de la sociedad?

Allí hay un campo urgente si no queremos correr los problemas de la transparencia desde atrás y con el incendio del tema corrupción en otras latitudes.

La inseguridad y niveles de violencia desconocidos para nuestro país, que figuran, no casualmente ni por "sensación térmica" en el primer lugar de la preocupación de los uruguayos, no puede quedar relegado a las medidas operativas del Ministerio del Interior o los descubrimientos siempre necesarios de la situación deficitarios en las cárceles. Será una carrera interminable y siempre perdida por la sociedad en su conjunto.

¿No deberíamos, coordinando pero por afuera de los que están al frente de esta difícil batalla, construir unidades de investigación en las causas sociales, pero también culturales de la criminalidad, del clima en las cárceles, en las zonas sumergidas, pero también en los ambientes del consumo de las drogas, que son socialmente mucho más transversales?

El Uruguay debe mirarse en otras realidades de la región, fundamentalmente para no cometer los mismos errores y no llegar a esos niveles y para eso hace falta mucho trabajo de investigación a fondo, seria, profunda, sin preconceptos electorales.

No voy a insistir con un tema recurrente, la educación, que en definitiva está conectada a todos los problemas que afrontamos, para bien o para mal. No hay ninguna posibilidad de avance sin un avance proporcional e incluso más exigente de la educación en su conjunto en el Uruguay y en particular de la educación pública.¿ Vamos a dejar todo limitado a las diferencias de enfoques sobre los resultados de las pruebas Pisa o necesitamos aportes escalonados y profundos para avanzar lo antes posible, más rápido y mejor?

El mundo del trabajo cambia bajo nuestros pies y delante de nuestro ojos a una velocidad que a veces no nos deja observarlo, en todas las ramas de la actividad humana, desde la más básica la producción agropecuaria, la minera y de los nuevos materiales, la industrial, la tecnológica y sobre todo en la relación entre los seres humanos y el trabajo. Estamos atrasados, en un país que sigue siendo un caso único en el planeta, un desierto verde y productivo, el primer productor de alimentos por habitante, no podemos seguir repitiendo que hay que agregarle valor agregado a la producción y creer que con eso estamos cumplidos.

La relación social, educativa, entre la incorporación de las nuevas tecnologías y sobre todo el conocimiento transformado en la principal fuerza productiva de la actualidad, requiere de una atención permanente, de cambios, de antenas muy sensibles y hay que asociarlo a las formas de producción y de remuneración de los trabajadores manuales e intelectuales en todas las ramas e incluso a un problema cada día más presente, los ex trabajadores jubilados y el sistema de la seguridad social y al papel de la automatización en la baja de la demanda laboral.

Habrá un choque de intereses de clases diferentes, pero si alguien cree que reduciendo el costo de producción y la mano de obra substituida por robots en todas sus variantes les permitirá acumular una ganancia infinita, está muy equivocado, los bienes y servicios producidos deben consumirse y los robots son muy cómodos, no forman sindicatos, no se enferman pero tampoco compran nada... Interroguen a Henry Ford y su modelo productivo. Y  en ese tema y su elaboración teórico práctica para el Uruguay estamos muy atrasados.

Nos hemos estacionado en una pobreza estructural en torno al 10%, es un avance fundamental si se la compara con el 40% que alcanzamos en el 2003-2004, pero ha cambiado su composición y sus características no son solo económicas, tiene complejidades culturales y de comportamientos y para romper esa estabilidad hay que penetrar mucho más hondo y se necesitan herramientas de múltiples disciplinas. Hay que investigar y seguir mucho más a fondo.

Hay muchos otros temas, el que se nos viene con todo es el límite de nuestra producción forestal y de celulosa, no solo en su relación con el medio ambiente, sino en su impacto general en la producción, en la logística, en la distribución territorial.

Frantz Fanon en "Los condenados de la tierra" escribió que "A veces la gente tiene una creencia fundamental muy fuerte. Cuando están ante pruebas que van en contra de esa creencia, la nueva la evidencia no puede ser aceptada. Se crearía una sensación muy incómoda, llamada disonancia cognitiva.

Y debido a que es tan importante proteger esa creencia fundamental, se racionalizará, ignorará e incluso negará aquello que no encaja con la creencia fundamental".

El problema en la actualidad es que muchas creencias están siendo devoradas a gran velocidad por los nuevos tiempos. Es por eso que necesitamos masa crítica.
(*) Periodista, escritor, director de Uypress y Bitácora. Uruguay

BITACORA .  Montevideo -  URUGUAY - 22 mayo 2017