agriculturaLa agroecología ayuda a evitar el calentamiento global. ¿por qué no la apoyan los gobiernos del mundo?

En una posible solución de ganar-ganar, la agricultura ecológica ayuda a fijar carbono al suelo, evitando la contaminación ambiental y reduciendo el efecto invernadero. Este 14 de octubre se celebró el Día Mundial de los Alimentos, recordando los retos que se tiene para hacer de la producción de comida un negocio sostenible.La industria de la producción de alimentos es la responsable del 57% de las emisiones contaminantes al medio ambiente. A este punto, cuando los países deberían estar incentivando a los agricultores a producir de forma más ecológica, varias incógnitas aparecen al ver que algunos gobiernos no apunta en ese sentido.
Para nadie es un secreto que el huracán Matthew arrasó con varias islas y costas del Caribe y que, en gran parte, su furia estuvo relacionada al cambio climático. En otros lados como los países del sur y este de África, el fenómeno de El Niño está causando sequías sin precedentes.
Sombrío escenario

Kirtana Chandrasekaran, co-coordinadora del programa de Soberanía Alimentaria de Amigos de la Tierra Internacional, afirmó al medio The Ecologist que pocos países están poniendo en práctica políticas efectivas que concuerden con el tratado firmado recientemente en París.

“En este sombrío escenario, uno de los pocos rayos de esperanza es que un cambio dramático en los sistemas de agricultura actuales puedan reducir significativamente las emisiones contaminantes, y a la vez poner fin al hambre”, afirma Chandrasekaran.

Según la especialista, algunas prácticas ya conocidas y usadas por pequeños y medianos productores logran “secuestrar” carbono, a la vez que enfocan de forma más ética en alimentar a las personas en vez de apuntar a la carrera por los beneficios económicos.
David y Goliat

Chandrasekaran asegura que un estudio reciente (en el que ella participó) muestra que invertir en agricultura ecológica requiere de modelos de negocio dramáticamente distintos a los que los gobiernos de muchos países impulsan con insistencia en la actualidad. También sostiene que muchos países están firmando convenios de comercio internacional que poco tienen que ver con el incentivo a las prácticas agrícolas ecoamigables; todo está siendo hecho con el mero fin de abrir nuevos mercados internacionales con herramientas como tratados de libre comercio, préstamos condicionados y acuerdos de cooperación económica, enfocados en la economía y no en el ambiente.

Algunos países se enfrentan a las corporaciones internacionales de producción alimenticia en una suerte de lucha desigual. México, por ejemplo, intentó, por medio de una demanda, aplicar impuestos a la producción de jarabe de maíz alto en fructosa, un producto presente en miles de productos alimenticios y que está siendo ligado a la epidemia global de obesidad. La empresa demandada, Cargill, utilizó la herramienta de resolución de disputas estado-inversionista, facilitada por el CAFTA-RD (Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana) y revertió la balanza a su favor ganando US$90.7 millones.

Mozambique cuenta con un plan gubernamental para “cesar sistemáticamente la distribución a granjeros de semillas gratuitas y aquellas no mejoradas (o no comerciales), excepto en casos de emergencia”, lo que se puede interpretar como un incentivo a las semillas geneticamente modificadas y aquellas protegidas por patentes. Esto supondría un traspié para la agricultura ecológica y orgánica.
Las plantaciones de ananá son ampliamente cuestionadas por su alta contaminación ambiental y dudosas prácticas laborales. Foto: Wikimedia Commons.

Las plantaciones de ananá son ampliamente cuestionadas por su alta contaminación ambiental y dudosas prácticas laborales. Foto: Wikimedia Commons.

Kirtana Chandrasekaran también sugiere que el Trans-pacific Partnership (TPP), negociado entre 12 países, contempla una amplia liberalización de las contrataciones públicas internacionales, haciendo casi imposible discriminar en favor de proveedores nacionales o regionales.

“Las políticas de contratación pública como aquellas que abogan por los sistemas sostenibles de comida y producción local podrían llegar a ser ilegales”, concluye.

El Comité de Seguridad Alimentaria Mundial de la FAO se reúne entre el 17 y el 21 de octubre, con el fin de fomentar políticas internacionales e intergubernamentales más inclusivas que sirvan como plataformas que aseguren el acceso a la comida para toda la población mundial.

El CSA, por medio de un enfoque inclusivo basado en la participación de múltiples interesados directos, formula y aprueba recomendaciones en materia de políticas y orientación sobre una amplia gama de temas relativos a la seguridad alimentaria y la nutrición. Dichas recomendaciones y orientación se elaboran a partir de los informes científicos, basados en datos objetivos, del Grupo de alto nivel de expertos en seguridad alimentaria y nutrición (GANESAN) o de trabajos realizados con el respaldo técnico de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y representantes del Grupo asesor del CSA. El CSA celebra cada año un período de sesiones plenarias en la Sede de la FAO, en Roma, en el mes de octubre. En la sección Acerca del CSA encontrará más información sobre el CSA y su funcionamiento.

LARED21 - Montevideo - URUGUAY - 14 octubre 2016