aguerre tabareEn cumbre de París, política pública de Uruguay sobre uso y manejo de suelos es ejemplo para el mundo

La conferencia sobre el Cambio Climático que se desarrolla en París ingresa en su recta final, en un contexto en el que se multiplican los llamados a no repetir el fracaso de la cumbre de Copenhague, de 2009. Aún es una incógnita qué tipo de compromisos se alcanzarán para rebajar las emisiones de gases que producen el efecto invernadero, pero la cumbre ya deja algunos resultados positivos, como el debate sobre la relación entre calentamiento global, agricultura y producción de alimentos.


Se han presentado iniciativas, como la llamada 4 por 1000, donde Uruguay juega un papel destacado por sus programas de investigación que se vienen desarrollando desde hace seis décadas y por la experiencia acumulada con los Planes de Uso y Manejo de Suelos. Desde París, el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Tabaré Aguerre, dijo a En Perspectiva que la política pública uruguaya de conservación de suelos sobre la que expuso en la cumbre no solo reduce los riesgos de erosión sino que posibilita la captura de carbono del aire, y ha sido tomada como un ejemplo a seguir por países desarrollados.

EMILIANO COTELO (EC) —La conferencia sobre el Cambio Climático, la COP21, ingresa hoy en su recta final. Los ministros de 195 países encaran la segunda y decisiva semana de negociaciones en busca de un acuerdo que limite el calentamiento global, en un contexto en el que se multiplican los llamados a no repetir el fracaso de la cumbre de Copenhague, la del año 2009.

Todavía es una incógnita qué tipo de compromisos se alcanzarán para rebajar las emisiones de gases que producen el efecto invernadero. De todos modos, este encuentro ya ha dejado algunos resultados positivos. Por ejemplo, un debate más profundo y complejo a propósito de la relación entre calentamiento global, agricultura y producción de alimentos. A partir de ese nuevo análisis, además, se han presentado iniciativas, como la llamada 4 por 1000, donde nuestro país juega un papel destacado porque el Plan de uso y manejo se suelos, vigente desde 2013, ha sido mostrado como ejemplo.

¿Cómo es esto? Vamos a conversarlo con el ingeniero agrónomo Tabaré Aguerre, ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, que por unas horas más se encuentra todavía en París.

¿Podemos, en primer lugar, hacer un rápido resumen de cuál es la relación que se ha estado examinando entre cambio climático y agricultura?

TABARÉ AGUERRE (TA) —Sí. Hasta ahora nunca había estado la agricultura en el temario, nunca había estado considerada de manera individual, estaba junto a otros sectores. Recordemos: lo que se espera de esta conferencia es que se logre al menos un mínimo conjunto de reglas que permita seguir negociando para que la temperatura no aumente más de 2 grados por encima de la temperatura en la era pre industrial. La posición de Uruguay es que se mantenga el principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas en función de las respectivas capacidades, es decir, en función de la responsabilidad histórica en la generación del cambio climático y también de las capacidades de amortiguación. Es fundamental para nosotros que el acuerdo brinde certezas sobre la existencia de medios de implementación para fortalecer capacidades de adaptación.

El cambio climático hay que analizarlo en dos columnas: mitigación, trabajar sobre las causas, y adaptación, trabajar sobre las consecuencias. Uruguay es un país atípico, de la misma forma que tenemos tres millones de personas y producimos alimentos para 28 millones, es natural que la mayor parte de nuestras emisiones estén en la agricultura, pero también es natural que los efectos del cambio climático nos afecten de una manera más que proporcional porque buena parte de nuestra economía depende de la agricultura, que va a ser afectada por el calentamiento global y sus efectos sobre el clima.

Desde ese punto de vista es muy importante que al menos en esta instancia, yo me voy a cruzar, ahora llega la ministra [de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente] Eneida de León, compartimos de alguna manera con el equipo negociador durante la tarde, y ella inicia la negociación final. En la etapa previa, de pre negociación, se han logrado cosas que nunca se habían logrado. Por ejemplo, que la agricultura considerada en los pre acuerdos como un sector especialmente vulnerable y que se lo haya relacionado con los objetivos de desarrollo sostenible, vinculando cambio climático con seguridad alimentaria y erradicación de la pobreza –recordemos que la mayor parte de los agricultores del mundo son pobres–. Lo que hay que discutir es cómo, de acá en adelante, se trata de frenar esa tendencia de calentamiento. Eso es muy difícil, hay muchos intereses, hay una historia y una inercia y hay diferencias muy grandes en las posiciones de los países, pero parecería que está habiendo algún avance que esperemos hasta el acuerdo final a ver si efectivamente se da.

EC —En ese contexto, ¿puede explicar qué es esta iniciativa 4 por 1000, que ha presentado Francia con la adhesión de varios países en una lista en la que Uruguay juega un papel importante?

TA —Sí, es así: cuando hablamos del calentamiento global estamos hablando de los tres principales gases de efecto invernadero, de los cuales anhídrido carbónico y metano son de los más importantes. Cuando hablamos de carbono tenemos que entender que si consideramos al planeta en su conjunto hay mucho más carbono en los suelos que en la atmósfera. Por lo tanto, manejar bien o mal la agricultura –es decir: que el carbono que está en el suelo se pierda o se mantenga y que se hagan prácticas de acá en adelante para que lo que se perdió se recomponga– es una parte importante de la solución.

La agricultura como tal explica solamente el 14 % de los gases de efecto invernadero, acá hay que tener claro que los problemas están dados básicamente por energía y transporte, muy lejos en la lista está la agricultura. En Uruguay la mayor parte de las emisiones proviene de la agricultura por nuestra actividad económica. En ese sentido Uruguay se destaca por varias cosas: por su reconversión de la matriz eléctrica, tiene 20 veces menos emisión por habitante o por kilowatt que el resto del mundo. Francia lanza una iniciativa que propende a que anualmente se secuestre un 0,4 por 1.000 de carbono como carbono orgánico de los suelos…

EC —De ahí viene el nombre de esta iniciativa: 4 por 1000, que puede desconcertar un poco.

TA —Claro, ese es el objetivo. Para que un suelo pueda secuestrar carbono primero tiene que haberlo perdido, y la mayor parte de los suelos del mundo ha perdido carbono, o sea que potencialmente esa posibilidad existe. Pero para que eso se dé tiene que tener una agricultura en equilibrio, por ejemplo, el 40 % de los suelos del mundo sufre procesos de erosión, un suelo que se está erosionando difícilmente esté en una condición de equilibrio como para secuestrar carbono. Es ahí donde Francia destaca la política pública uruguaya de conservación de suelos, los Planes de Uso y Manejo [de Suelos], el sistema de monitoreo satelital, etcétera, y nos invitó como país a realizar la conferencia central en el lanzamiento de esa iniciativa el día lunes…

EC —…Ese es un punto que vale la pena destacar: usted fue invitado a exponer la experiencia uruguaya con los Planes de Uso y Manejo de Suelos como una herramienta que hay que tener en cuenta a los efectos de llevar adelante una propuesta como esta que impulsa Francia, 4 por 1000…¿Por qué?.

TA —Teóricamente se puede secuestrar carbono, pero para que haya secuestro de carbono por parte del suelo tiene que haber una agricultura en equilibrio y eso requiere de un montón de otras cosas. Aprovechamos de alguna manera para, en otro ámbito paralelo en el cual me tocó moderar un diálogo de ministros con entidades internacionales ayer, lanzar la propuesta de manejar mejor los pastizales. El mundo tiene 3.600 millones de hectáreas de pastizales naturales que no tienen otro destino que ser pastizales y tener algún herbívoro encima. En ese sentido también hay una capacidad de secuestro de carbono manejando bien los pastizales, algo en lo que Uruguay tiene para mejorar en más o menos en un tercio de su territorio.

Lo importante de esto es que no tiene costo, es ganar o ganar, porque produciendo más tenemos mejor conservación de suelos, secuestro de carbono y mayor producción ganadera. Por lo tanto, en esta ruta de la búsqueda de soluciones tenemos que hacer ver que esto no solamente es mitigación sino que nos permite tener una agricultura y una ganadería mejor adaptada a un cambio climático que por más exitosas que sean las negociaciones ya se está dando. De hecho la variabilidad climática que estamos observando, en algunas zonas del planeta con mucha más intensidad, es mucho mayor que la histórica.

EC —En la exposición que usted hizo la semana pasada en París usted resaltaba que con la investigación que existe en nuestro país puede comprobarse que con los Planes de Uso y Manejo de Suelos que se han ido implementando no solamente se reducen los riesgos de erosión sino que, efectivamente, se facilita la captura de carbono del aire. [Ya hemos tratado este tema varias veces En Perspectiva y La Mesa Agropecuaria], pero vale la pena refrescar, de manera muy breve, qué es un plan de uso y manejo de suelos.

TA —Un plan de uso y manejo de suelo es una planificación que, aplicando la ley de suelos, tienen que cumplir los propietarios de tierra y/o los agricultores que en arrendamiento ocupan esa tierra, ambos están de alguna manera obligados, presentando una rotación que permita hacer un uso que esté de acuerdo a la capacidad de uso de ese suelo para que no se erosione más de equis tonelada por hectárea por año.

EC —¿Y cómo se define “rotación”?

TA —Uruguay validó durante muchos años y ajustó la ecuación universal de pérdida de suelos en base a la cartografía de suelos, la información y sobre todo en base a la investigación. Yo destacaba el otro día en mi presentación que Uruguay tiene el ensayo de rotaciones más extenso de toda América Latina, empezó en el año 1963 en La Estanzuela, de manera que hay información nacional que nos muestra cómo la agricultura continua o en rotación con pasturas tiene comportamientos diferentes en materia de carbono de suelo y se demuestra ahí que con una buena agricultura se puede, potencialmente, secuestrar carbono.

Creo que como país estamos aplicando una política muy moderna sin papeles, de manera informática, con una fiscalización satelital, pero que se basa en 60 años de investigación nacional y de ajuste de los mejores modelos internacionales. Imagino que es por esa razón que al país anfitrión que hizo ese lanzamiento se le ocurrió darnos un papel tan protagónico como país.

EC —En Uruguay es obligatoria la presentación de un plan de uso y manejo de suelo desde el año 2013 ¿Son pocos los países en el mundo donde hay algo así?

TA —No conozco que haya en ninguno, en muchos lugares del mundo eso es voluntario, hay más o menos una docena de países que están pidiendo cooperación y haciendo consultas, la mayoría de los países que nos están haciendo consultas respecto a esto son países desarrollados. Uno de los motivos de la visita del ministro de Alemania unos meses atrás fue conocer el funcionamiento in situ. Este tema de la capacidad de secuestro de carbono se viene manejando desde hace mucho tiempo, en materia de cambio climático siempre se habló del secuestro de carbono de los bosques. Todo el modelo de los bonos de carbono que surgió a partir del Protocolo de Kyoto tenía un componente muy fuerte en el secuestro de carbono forestal, pero sobre el realizado por los suelos y pastizales hay en realidad muy pocos ejemplos.

Hoy por hoy los bonos de carbono están bastante devaluados, que nadie se genere la expectativa de que estamos haciendo esto para vender carbono. Creo que tenemos que hacerlo, primero, porque la mejor medida de adaptación al cambio climático que podemos tener es mantener nuestros sistemas productivos lo mejor posible –sean agrícolas o ganaderos–, y segundo [tenemos que] negociar muy bien para conseguir medios de implementación –eso quiere decir fondos de financiamiento no reembolsables o parcialmente reembolsables– para ayudarnos a adaptarnos a los efectos que el cambio climático pueda tener para nosotros en el futuro.

Una de las cosas que Uruguay tiene que hacer es mejorar su infraestructura en agua, lo que está claro es que la variabilidad va a aumentar y nuestra variabilidad hidrológica ya es lo suficientemente alta como para uno de cada dos años limitar nuestro potencial productivo porque falta agua.