china genteEl motor del crecimiento

La inversión es el motor esencial del crecimiento económico; cuán importante es la inversión extranjera directa en nuestro país y qué podemos hacer para seguir siendo atractivos
Por Ignacio Munyo - Profesor del Centro de Economía, Sociedad y Empresa del IEEM
En la última década la inversión en nuestro país tuvo un fuerte rebrote, pasó de representar el 15% del PBI en 2004 al 23% del PBI en 2013. Esta suba en los niveles de inversión fue financiada en gran parte con ingresos de capitales del exterior, que se encuentran hoy en registros jamás vistos. En 2012 y 2013 entraron al país más de US$ 6.000 millones por año, números que se mantienen a junio de este año –último dato disponible–. Vale la pena recordar que desde 1990 hasta 2007 los ingresos anuales de capitales nunca habían superado los US$ 1.000 millones y el nivel máximo anterior –US$ 4.000 millones– se había dado con la instalación de la primera planta de celulosa en 2008.

La mitad de estos ingresos de capitales se explican por inversión extranjera directa (IED), que se ha multiplicado por 10 desde 2004 para alcanzar hoy los casi US$ 3.000 millones (5% del PBI). Aunque todavía lejos de los niveles de Chile (8% del PBI), los flujos de IED que recibe Uruguay son casi el doble de lo que ingresan, en promedio, al resto de los países de América Latina.

Estas inversiones –en su mayoría de origen brasileño, argentino, finlandés y norteamericano– no solo han sido responsables del reciente desarrollo de la producción agrícola, forestal, eólica y solar; sino que explican hoy más del 60% del total de las exportaciones del Uruguay.

¿Cuáles son las perspectivas para los próximos años?

Afortunadamente tasas “normales” de retorno en los países avanzados están todavía distantes en el horizonte de los inversores internacionales.1 Si bien es probable que las tasas de corto plazo en Estados Unidos empiecen a subir el año que viene, va a pasar un largo trecho para que las tasas de largo plazo en los países avanzados vuelvan a registros considerables.

Esta es una muy buena noticia para nosotros, pero lamentablemente no va a durar para siempre. Las tendencias indican que el ahorro mundial –en su mayoría generado en Asia– va a crecer a tasas cada vez menores y que van comenzar a florecer las oportunidades de inversión en los países avanzados. Este doble efecto: una menor oferta de fondos disponibles conjuntamente con una mayor demanda de financiamiento, tiende a presionar al alza el costo global del capital, o sea, la tasa de interés de largo plazo en las economías avanzadas. Todo indica que este proceso va a ser lento.2 A pesar de ello, no podemos dormirnos en los laureles. Es clave para el Uruguay seguir siendo atractivo para los inversores extranjeros.

¿Qué podemos hacer?

En primer lugar hay que consolidar lo que ya tenemos. Han pasado todos los partidos por el gobierno y ya no se discute la conveniencia de la IED para el país. Las grandes inversiones extranjeras están amparadas en acuerdos de promoción y protección de inversiones firmados por Uruguay y tienen una reducida carga tributaria. Sería bueno no generar ruido por ese lado.

Sin embargo, para mantener los niveles actuales de inversión extranjera esto ya no va a ser suficiente. Los cuellos de botella en capital humano e infraestructura física están afectando la inversión en actividades productivas y por más que se tomen medidas urgentes los avances van a ser lentos.

Pero también hay otros frentes. Es clave avanzar en materia de inserción internacional, ahí sí se podría tener resultados en el corto plazo. Si bien al impulso de Brasil podría haber una esperanza de que se libere a los miembros del Mercosur para firmar acuerdos de libre comercio de forma individual, no podemos seguir esperando por los tiempos de economías mucho más grandes que nosotros. Tenemos que anticiparnos. Recordemos que si bien la decisión 32/00 del Mercosur prohíbe a sus miembros plenos firmar acuerdos con terceros países sobre preferencias arancelarias, cualquier otro tipo de acuerdo comercial está permitido –por ejemplo el libre acceso a mercados a través de cuotas–. Ahí no hay ataduras para avanzar.

Pero hay que tratar de ir un poco más lejos. Acuerdos de libre comercio con países avanzados no solo permitirían reducir el costo de insumos importados –incluso los que producen para el mercado interno– sino que generaría un nuevo atractivo para que las empresas extranjeras inviertan en Uruguay. Mientras que empresas exportadoras instaladas en Chile tienen libre acceso a países que representan casi el 90% del ingreso mundial, las empresas instaladas en el Mercosur tienen acuerdos de libre comercio con países que apenas llegan al 10%. Esto es relevante cuando tan solo el 25% de las exportaciones de las empresas extranjeras que se han instalado en Uruguay tienen como destino la región.

Con la mira puesta en lo que se viene a nivel internacional, es clave generar nuevos incentivos para hacer atractiva la IED en Uruguay. El 6% promedio anual de crecimiento de la actividad económica de la última década le debe mucho al ingreso de capitales del exterior. Tenemos que seguir siendo atractivos. El combustible del motor del crecimiento no se nos tiene que agotar. l

1 Así lo aseguran destacados analistas internacionales. Ver, por ejemplo, la columna de Russ Koesterich publicada el 13 de octubre de 2014 en el Financial Times.
2 Para profundizar al respecto sugiero ver el World Economic Outlook de abril de 2014, publicado por el Fondo Monetario Internacional.


Diario EL OBSERVADOR -  Montevideo -  URUGUAY - 19 noviembre 2014