arbolesLa tormenta feroz renovo la preocupacion por su mantenimiento
El patrimonio forestal, desafiado por un clima cada vez más hostil

Advierten que diversos factores pueden acelerar la pérdida de ejemplares
En 46 entre 2 y 3, un añoso ejemplar se vino a pique -

Vientos más feroces, lluvias más frecuentes y copiosas, avance indiscriminado del cemento, reglamentaciones que no se cumplen, intervenciones urbanas descuidadas, podas carentes de criterio técnico, árboles enfermos, viejos, en definitiva abandonados a su suerte, o todos estos factores juntos. De las múltiples causas que pueden acelerar o propiciar la perdida de ejemplares durante las tormentas -con el riesgo que eso implica para personas y bienes-, los especialistas identifican varias que avanzan sin freno, pero serían eventualmente reversibles si se implementara un adecuado plan de manejo del patrimonio forestal, acervo indispensable para la calidad de vida de los platenses.

Basta ver cómo se llevó parte de un edificio cerca de plaza Rocha, y destruyó todo tipo de estructuras -techos, galpones, postes, transformadores, garitas- para advertir que el vendaval del miércoles pasado por la noche fue cosa seria. A inicios de febrero de este año, se había desatado una furia similar. En esos contextos, y dadas las circunstancias, lo que sorprende es que se desplomen más árboles de los que lo hacen.

Estas tormentas despiadadas desnudan falencias de larga data en el manejo del arbolado platense. Ejemplares ahuecados, a merced de las plagas después de sufrir podas mal ejecutadas, languidecen sin tratamiento en los espacios verdes y en las veredas. Es una listas que se engrosa permanentemente, y en ocasiones de manera inexplicable, como acaba de ocurrir en los ejes de avenida 7 -entre plazas San Martín y Rocha- y calle 71 -en el barrio de Meridiano V-.

En ambos casos, cuadrillas enviadas por la Comuna podaron a destajo, sin un criterio reconocible y para peor dejando amplios cortes sin sellar, de cara al cielo. En esas condiciones, cualquier pequeña oquedad comienza a juntar agua de lluvia, y se convierte en el paraíso de los microorganismos y hongos que ahuecan los árboles. Como resultado, su salud se debilita, su estructura pierde sustentación, y tarde o temprano mueren, no siempre de pie.

Las causas naturales y las que no lo son
Los expertos clasifican las caídas de árboles en dos grupos principales: las producidas por causas naturales, y las que devienen de acciones provocadas por el hombre. Entre las primeras, se cuentan la acción de vientos superiores a 80 kilómetros por hora, la excesiva acumulación de agua de lluvia que asfixia las raíces y debilita la base de sustentación, y la decrepitud por edad, que varía según cada especie y puede favorecer la caída del árbol aunque no presente signos de deterioro ni esté hueco.

Las causas denominadas artificiales incluyen a las podas mutilantes o realizadas en forma clandestina y por personal no idóneo, que propician el ingreso de plagas e insectos a un ejemplar que termina debilitándose y ahuecándose. “De los pocos tilos que quedan en plaza Moreno, sobre los ejes de 51 y 53, hay muchos que tienen señales de ahuecamiento producto de malas prácticas de manejo” ha advertido en ese sentido el investigador, docente y paisajista platense Alfredo Benassi: “cuando se cortan ramas con el perfil inadecuado, de gran diámetro o sin sellar las heridas, se inicia un proceso de degradación en la madera que se va extendiendo de manera progresiva”.

“Lamentablemente, esto es moneda corriente y también ocurrió durante la gestión municipal pasada, no sólo en plaza Moreno sino en la Belgrano” recuerda el profesional: “cortaron ramas de sombra, levantaron las copas de los plátanos, y la retención de humedad, bacterias y hongos en los cortes empezó a ahuecarlos. Los plátanos tardan años en pudrirse, pero los tilos son delicados; es la madera que se deteriora más rápido”.

En cada cuadra de la ciudad abundan los ejemplos de maltrato a los árboles a manos de los mismos que declamarían la existencia de responsabilidades ajenas cuando cayeran. Un ejemplo son los cortes de raíces realizados demasiado cerca del fuste -tronco que se hunde en la tierra-, y sin estar acompañados por reducción de follaje. Estos cortes no deben hacerse nunca a menos de 1 metro y 60 centímetros del borde exterior del fuste, acompañando la operación con la reducción de un tercio de la copa; y tampoco deben hacerse cada menos de tres años, ni en más de dos ocasiones por ejemplar.

Muy a menudo, son las empresas de servicios las que encaran trabajos en las veredas y cortan raíces sin tener en cuenta las consecuencias. Hace veinte años, un fallo de la Cámara Segunda de Apelación en lo Civil y Comercial condenó a la empresa distribuidora de gas Camuzzi a indemnizar a un comerciante de 15 y 42, cuyo auto fue destruido a partir de la caída de un árbol. Los peritajes determinaron que el ejemplar había perdido estabilidad como consecuencia de los cortes que sufrió en la raíz durante trabajos de mantenimiento encarados por la firma en la red domiciliaria.

En el contexto urbano, el arbolado público es esencial para mejorar la calidad de vida de la población: absorbe contaminantes aéreos; modera el frío y el calor; acota el grado de radiación solar; regula la velocidad del viento y atrapa partículas de polvo; crea pantallas que amortiguan los ruidos del tránsito; contribuye con la absorción de excedentes pluviales; y contrarresta el efecto invernadero.

“Se hace daño sin necesidad alguna, porque siempre las demandas urbanas se pueden resolver mejor” reflexiona Benassi: “es muy fácil arruinar en un día un patrimonio que tomó sesenta años construir. Hay que reforestar todos los espacios verdes y extraer los ejemplares secos, que son muchos, y los que evidencien más peligro potencial; pero una cosa no se puede hacer sin la otra”.

Las señales de decaimiento de la salud arbórea pueden incluir corteza suelta, huecos en el tronco, decaimiento del follaje, proximidad con alguna zanja reciente de servicios, copas desbalanceadas por podas drásticas... Sin embargo los ingenieros forestales advierten que ningún diagnóstico, incluyendo los de ojos entrenados, es ciento por ciento confiable. Y que eventos naturales como los temporales recientes pueden trastocar toda lógica.

Diario EL DIA - La Plata - ARGENTINA - 22 octubre 2017